Historia de un libro

“Historias de libros” sería quizás el título que englobaría lo sucedido estos últimos días. Como relaté, mi madre regresó de Erongarícuaro con una parte de su biblioteca. Determinaciones un tanto dictatoriales de mi hermano hicieron que las cajas con libros terminaran en mi estudio de fotografía. La promesa era revisar, catalogar y distribuir los libros… Continuar leyendo

La pesada carga de tu biblioteca

¿Qué hacer con tu biblioteca acumulada a lo largo de toda una vida cuando careces de espacio para albergarla? Esta no es una disquisición teórica sino una interrogante cada vez más acuciosa hoy en día, cuando el costo de los espacios es cada vez mayor. Ese ha sido uno de los temas obligados de estos… Continuar leyendo

Encuerados y desnudos…

Hoy, Paloma Escoto y un pequeño grupo de correligionarios valientes y solidarios se desnudaron frente al Palacio de Bellas Artes en la Ciudad de México para manifestarse. Días atrás me visitó Paloma y platicamos largo y tendido sobre lo que iba a hacer y hoy hizo. Con anterioridad ya le había manifestado mi simpatía y… Continuar leyendo

Una foto porno que Facebook no censurará…

Esta es una foto porno tomada hoy por la tarde en mi oficina. Una foto que Facebook no encontraría cómo censurar y que los mojigatos que suelen denunciar “contenido inapropiado” no serían capaces de interpretar correctamente porque lo explícito se encuentra por debajo de la cintura y no cupo en el encuadre. Me explico. Noemí… Continuar leyendo

Muchos libros llevan a vivir historias de amor

Muchos libros contienen historias de amor. Y muchos libros llevan a vivir historias de amor. Ese ha sido mi caso. Cinco años atrás la intención de publicar un libro de poesía me llevó a conocer a una inquietante mujer de sólo 29 años. Sentimos una inusual atracción animal que nos llevó a la postre a vivir inenarrables acontecimientos cargados de un erotismo plasmado en fotos y recuerdos. Sin embargo, como en toda buena novela, en nuestra historia hubo de todo: buenos y malos, verdades y mentiras, fidelidades y traiciones, deseos irrefrenables llenos de obstáculos, aventuras dignas de Boccaccio que dieron vida, en este nuevo milenio, a mi linda Fiammetta a la que yo, como él, cortejé y sigo cortejando sin descanso. Cada mañana -en un acto clandestino que genera rumores en los pasillos de las letras y de los textos que son leídos, las tipografías que comienzan a tomar forma, los pliegos que escupen sin cesar las impresoras, los alterones de papeles y cartulinas, las encuadernadoras y demás artilugios que llevan la imaginación de sápatras lectores por los pasillos de la pasión y la lujuria- cada mañana, decía, nuestros cuerpos, que escapan de la peste bubónica de la vida sin sentido que pareciera rodearnos fuera de este espacio ermitañamente solariego, se funden en un lento abrazo que va llenando todo de sudor, de fluidos lascivos, de besos y tanto lentas como furiosas penetraciones, gemidos y gritos ahogados en el silencio de nuestras cuatro paredes. Cada mañana nuestros cuerpos escurren por puertas y ventanas, por rendijas cavadas por la polilla, y fecundan el aire literario de nuestros recintos editoriales. Lo mismo las tardes, y luego las noches. Dicen, quienes saben de esto, que Solar y Ediciones del Ermitaño huelen a sexo. Pienso, que no lo sé de seguro, que se debe a la labor fecunda de todos los que aquí trabajamos. Pero ese no es el tema. El asunto es que hoy, viernes primero de noviembre, mi prietita cumple años. Pero pareciera que los descumple, pues cada día se ve más joven, más linda y más rozagante. Y yo no puedo estar más agradecido por esta oportunidad que me da la vida de vivir un capítulo rosa en medio de los grandes altibajos en la existencia sin los cuales toda novela que valga la pena sería terriblemente aburrida.

Continuar leyendo