El cuidado editorial y la corrección de estilo

Quizás no sepas que, desde su fundación, el elemento medular de Solar/Ermitaño ha sido el cuidado editorial, parte del cual es la corrección de estilo cuyo día internacional se conmemora hoy. Corregirles a otros no es tarea fácil y generalmente es talacha incomprendida. Por eso, hace más de veinte años escribí el texto que poco a poco se fue convirtiendo en libro (“¿Cómo se hace un libro?”, Ediciones del Ermitaño/Secretaría de Cultura). Desde que surgió Solar, hace 35 años, la corrección de estilo —que es uno de los servicios que ofrecemos— ha sido uno de nuestros fuertes. Infinidad de libros de muchísimas editoriales han pasado por la mano escudriñadora de nuestros correctores, diseñadores y tipógrafos. Muchísimas veces nos enfrentamos al reclamo de traductores, autores y no pocos editores. ¿Para qué corregir tantas veces el mismo texto? ¿Qué no tienen otra cosa qué hacer? ¿Y encima quieren cobrar por cada lectura?

Una de mis actividades cotidianas consistía en explicarles que por norma todo libro pasaba con nosotros por al menos cinco etapas de corrección: la corrección inicial de estilo (que generalmente incluye también el marcado), la corrección de galeras, dos correcciones de planas y la contraprueba. Cuando se trataba de una traducción, también se hacía un cotejo; y en el caso de los textos técnicos y científicos, las revisiones técnicas eran de rigor.

Durante una larga época, la corrección de la estética tipográfica tuvo un valor “superior” al original. Ganar una colita, evitar viudas y huérfanos implicaba muchas veces la modificación del texto, pues no se podía alterar arbitrariamente el interletrado, por ejemplo (cosa que hoy hacen muchos “diseñadores”, por lo que muchos libros aparecen con líneas con tipografía apretada o muy espaciada, lo que entorpece la lectura) . Explicarle a un autor por qué su texto había sido modificado para garantizar la estética tipográfica de la plana no era tarea fácil, estética que tenía en mente al lector, cuya lectura fluida debíamos garantizar. Grandes batallas se libraron en ese entonces.

Hoy en día, la composición computarizada ya permite solucionar con sencillez muchos problemas que antes constituían un quebradero de cabeza, aunque no siempre se hace de la manera adecuada. El caso es que decidí escribir ese texto, dirigido a niños, con objeto de que los adultos (autores, traductores y editores), entendieran por qué estábamos tan obsesionados con la corrección y el cuidado editorial que implicaba muchos otros pasos, como la corrección de heliográficas (azules), pruebas de color de interiores y particularmente de forros, y revisión de capillas, entre otros. Muchos años después, a ese texto le dimos forma de libro, le añadimos elementos y lo publicamos en una coedición de Ediciones del Ermitaño con la Secretaría de Cultura. Pero no fue concebido originalmente como libro para niños, sino como un recurso —camuflado como texto para niños— destinado a explicarle nuestro quehacer al altivo adulto. Hoy seguimos ofreciendo a propios y extraños nuestros servicios editoriales integrales, y la corrección de estilo, como parte del cuidado editorial, es pan nuestro de cada día. Así que… ¡feliz Día Internacional de la Corrección de Estilo DICE2019!

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