Con el nuevo ecosistema de Apple, la industria editorial tendrá que reinventarse en serio…

Hoy Apple liberó la versión final del sistema operativo Catalina para la Mac, poco después de lanzar la versión 13 del iOS y del iPadOS. Meses atrás decidí dejar de ser “beta tester” por los problemas que las versiones de prueba, aún inestables, me causaban, así que estas actualizaciones las recibí con la pícara alegría de quien tiene juguete nuevo entre las manos. 

Ya la versión 13 del iOS y iPadOS me dejaron gratamente sorprendido. El iPhone y la iPad han adquirido nuevas capacidades que hacen de estos dispositivos cada vez más poderosas herramientas de trabajo. Ahora, tras algunas horas de espera y ajustes menores con la actualización de Catalina, el ecosistema siento que ha adquirido una sorprendente madurez. La comunicación entre los dispositivos es más fluida, la información basada en la nube funciona de maravilla, la posibilidad de mover archivos de cualquier tipo de un iPhone a una iPad o a la Mac es más fácil que nunca. La cereza del pastel lo constituye quizás, para los que tenemos Mac y iPad Pro, la capacidad de convertir ésta en un segundo monitor inalámbrico vía Airplay. Ya había software que lo posibilitaba, como Astropad y Duet, pero requerían del cable. Ahora, la comunicación sin cable es muy buena y seguramente mejorará con las próximas actualizaciones. 

Mención aparte merecen los planes de Apple de lanzar sus sistemas de juegos (Arcade) y TV (Apple TV+) a bajo costo. Se perfila el surgimiento de un tremendo ecosistema de entretenimiento que puede poner en jaque al libro y la lectura. La suscripción a Arcade por menos de 100 pesos al mes, o al nuevo TV+ por la misma cantidad, y las especulaciones que hay de que ofrecerán paquetes a bajo costo donde se sumen esas dos ofertas más Apple Music es algo disruptivo. Hoy se están invirtiendo miles de millones de dólares en nuevas producciones de cine y televisión por parte de Amazon, Apple, Netflix, Warner y Disney. En cambio, con dificultades los editores logramos reunir los recursos para la publicación de nuevos libros, más si no son “comerciales”. Es previsible una curva descendente en venta de libros a nivel mundial. No obstante, aún hay un amplio margen para que la industria del libro sobreviva siempre y cuando sepa innovar, acercar el libro a los lectores y generar el gusto por la lectura entre la población. Como diría mi compadre Hipólito, ¡ta cañón!