Una perrita enamorada de un robot

¿Se imaginan a una perrita enamorada de un robot? Pues esa extraña relación pasional acaba de concretarse en esta casa. Resulta que pedimos, a prueba, un robot que barre todos los espacios. Al principio, nuestras mascotas se alteraron. Los perros le ladraron y los gatos le abrieron paso, erizados. Nosotros disfrutamos ver al robot liberándonos de parte de nuestras tareas. Bueno, para ser justos, despojó a Noemí de una fracción de sus obsesiones. Con lo que no contábamos es con que Frida, nuestra perrita salchicha, encontraría en ese robot su nuevo amor. Hasta hace unos días, Frida se la pasaba sentada a mi lado izquierdo, en mi sillón. Es tan pequeña, que cabe en cualquier huequito. Confieso que a veces me hartaba y la ponía en el sillón de al lado. Pero en cuanto se daba una oportunidad brincaba a ocupar celosamente su lugar. Ese espacio le correspondió con anterioridad a mi gato, el Pichicuaz. Pronto aprendieron a compartir mis piernas. Pero desde que llegó Robotina, la Frida me abandonó y cambió su lugar de residencia a su lado. Comenzamos a sospechar que algo raro estaba sucediendo cuando Frida comenzó a lamerla. Frida se la pasa acompañando a Robotina. La cuida, la lame, es más, ya aprendió a prenderla. De pronto, en la noche o en las mañanas, escuchamos la alarma. Robotina se prendió o se atoró. Y es que Frida encontró el botón para accionarla. Las cosas han ido adquirido dimensiones preocupantes. Ahora Frida va detrás de Robotina y le huele la cola. Hoy, Frida se asoció con el Heiko y ambos se pusieron a jugar al doctor con Robotina. Encontraron el otro botón que abre la tapa donde guarda el polvo y los pelos que recoge. Fue un éxtasis robótico-perruno. A estas alturas, Robotina ya es un aparato disfuncional. Entre el amor lésbico que Frida le brinda y los ímpetus de macho del Heiko bebé, como que ya le confundieron los bites con los bytes. Mañana vamos a regresar a Robotina. Tememos, claro, causar un drama de épicas proporciones. Heiko ya prometió darle tururún a la Frida para que se calme. Pero con sus dos meses y medio de edad dudamos de sus capacidades. Seguiremos informando.