Tercera ola de Covid y crisis del libro y la lectura

¿Qué sucederá con el ecosistema del libro y la lectura ahora que nos vemos flagelados por una nueva ola de contagios por coronavirus? En estas semanas hemos estado envueltos en fuertes polémicas en torno a la nueva Ley General de Bibliotecas. Pero también nos encontramos en medio de una profunda reflexión sobre nuestro futuro. Los cambios perennes derivados de más de un año de encierro y, por tanto, de refugio en las nuevas tecnologías han sido evidentes. El trabajo a distancia, desde casa, el auge de las redes sociales, el incremento en el uso del comercio electrónico, la producción y distribución de libros bajo demanda, el crecimiento del uso tanto del libro electrónico como de los audiolibros, presentan tendencias de crecimiento que uno imagina irrevocables. No obstante, al entrar en esta tercera ola, que presagia un nuevo invierno trágico y de encierro, intuimos que estas tendencias se incrementarán. ¿Cuál será el futuro de las editoriales independientes, de las librerías de barrio, de las ferias del libro presenciales si esta crisis se prolonga? En México nos lo preguntamos con angustia dado que los apoyos gubernamentales hacia el sector cultural en general, y el del libro en particular, han brillado por su ausencia. En otros países, los apoyos han fluido para garantizar la viabilidad de los proyectos. Preocupa que, al final del túnel, en México el ecosistema del libro acabe en manos de empresas, algunas transnacionales, que sí habrán contado con apoyo para sobrevivir la pandemia. De tal suerte, organizaciones como la Liga de Editoriales Independientes (LEI), la Red de Librerías Independientes (RELI), Trabajadores de la Edición (TE), CEMPRO y la misma CANIEM se han volcado sobre la reflexión en torno a presente y futuro del libro y la lectura. En esta tercera ola pandémica, si no le encontramos la cuadratura al círculo, nos jugamos la existencia. Urge impulsar la discusión, encontrar la empatía gubernamental, generar los apoyos que requieren urgentemente nuestras industrias culturales si no queremos que el ecosistema se venga abajo y sean otras manos, de otros países, las que vengan a apoderarse del mercado. Sigue la cuenta regresiva. ¿Sobreviviremos?