Un cumpleaños pandémico

Hoy cumple 10 gloriosos años nuestra ya no tan pequeña Nimue. Este tránsito a esa ansiada edad lo tuvo que realizar en medio de una de las más terribles pandemias que han azotado a la humanidad. Encerrada con nosotros y nuestras mascotas, ha tenido que valerse de sus no pocas virtudes para sobrevivir sin ver personalmente a otros niños. Es privilegiada pues vive en un entorno tecnologizado, en el que tiene a su disposición cuanto dispositivo electrónico pudiera desear: iPads, iPhones, computadoras, Apple TV y ahora, por la magia navideña, hasta un Nintendo Switch. La fuimos introduciendo desde muy pequeña a ese mundo de la tecnología propio de nuestro quehacer editorial, académico y cultural. Su primer gran descubrimiento fue el de tener que cuidar los aparatos, pues rompió la iPad de su madre, lo que le acarreó alguno malos ratos. Tendría escasos tres años en ese entonces. Lo demás fue como miel sobre hojuelas. Cuando descubrió el TikTok se volvió fanática del recurso. Toma fotos con singular alegría, nada malas por cierto. Por eso su tránsito de la vida presencial a la virtual a partir de marzo de este año se le facilitó enormemente. Con rapidez dominó Zoom, Google Classroom y WhatsApp. Este año obtuvo sus mejores calificaciones, en buena medida gracias a la dedicación y apoyo de su madre. Sus clases de música también pasaron a la virtualidad y fluyeron sin problema hasta que su maestra enfermó de Covid. Su cotidianidad transcurre entre la escuela, sus clases de música, la tarea, los juegos con sus mascotas Frida, Pichicuaz y Bukowski, sus experimentos que algún día harán volar la casa, el canto, la actuación, las eternas conversaciones con sus amiguitos, y sus interminables corretizas por cuartos y pasillos. Mientras leemos sobre las crisis de pareja de muchos a los que el encierro no les ha caído nada bien, en nuestro caso hemos encontrado formas de sobrevivir y de llevarnos bastante bien. Puedo afirmar a estas alturas que Nimue ha crecido mucho emocional e intelectualmente en este periodo de confinamiento y que su vida será otra que la que habría tenido de no haberse dado la pandemia y el encierro. Eso me hace pensar en los muchos niños que no tienen acceso a todos estos recursos tecnológicos ni el apoyo de sus padres para aprovechar la virtualidad. Algo tenemos que hacer como sociedad para paliar esas enormes desigualdades educativas que se están gestando. Ya habrá oportunidad de reflexionar al respecto. Por lo pronto, hoy estamos de fiesta con una niña que está feliz como una lombriz porque intuye que haber cumplido diez años la catapulta a una nueva dimensión de su existencia…