Hoy solariegos y ermitaños celebramos el fin de año con nuestra tradicional posada. Treinta y tres años han sido ya de historia continua como parte de la industria editorial mexicana en general y de la edición independiente en particular. Hoy, una nueva generación predomina en nuestra empresa. Somos ya un puñado de veteranos los que seguimos, rodeados de jóvenes que se han ido haciendo cargo de todas las áreas capitaneadas, unas, por mi hija Xiluen y, otras, por la incansable Noemí.
Me da particular satisfacción saber que muchos de mis colaboradores que iniciaron sus carreras conmigo hoy destacan en el medio. En Solar y Ermitaño hemos escrito y ayudado a escribir muchas historias de éxito colectivas e individuales. Tengo colaboradores que llevan veinte o más años conmigo, como Víctor Abarca, con quien hoy platicaba al respecto, o Pedro, Elizabeth y Martha. ¡Cuántas anécdotas no hay que merecerían ser narradas! Así, en esta posada que transcurre en medio de conversaciones, cena, piñata, brindis, baile, porras, gritos, risas e intercambio de regalos, festejamos un año más de exitosa permanencia que sigue siendo vanguardista e innovadora. Solar y Ermitaño siguen siendo empresas en las que se respira vigor y juventud. Por eso vemos el futuro con optimismo, pues seguiremos brindando por muchos años por venir servicios editoriales integrales para el manejo inteligente del documento y editando libros que llevan la palabra del autor al lector aplicando las ciencias, las artes y los oficios del libro. ¡Felices fiestas!