Ponencia que presentó Alejandro Zenker en la mesa redonda celebrada el jueves 15 de noviembre de 2007 en la Casa Universitaria del Libro con motivo de la visita de un nutrido grupo de poetas y editores españoles, entre ellos Uberto Stabile, Angeles Alonso, Antonio Vizcaya, Antonio Orihuela e Inma Luna.
Vivimos en una época en la que sobrevivir como editor independiente es cada vez más difícil. En México, por ejemplo, los proyectos editoriales que no tienen una sustentabilidad económica más allá de la propia actividad editorial y de los recursos que se recaudan por concepto de ventas de libros, sucumben tarde o temprano.
Esa vida al filo del exterminio es lo que ha hecho que emerjan proyectos encaminados a agrupar a los llamados independientes ya sea a nivel nacional o internacional. Las agrupaciones nacionales tienen una visible dificultad para unirse, pues ante las carencias y dificultades, unos ven a otros como competencia.
Por cierto, ya en varios foros ha surgido un genuino cuestionamiento sobre el término “independiente” que suelen colgarse de epíteto las editoriales pequeñas. ¿Independientes de qué? Muchas dependen de subsidios gubernamentales, a través de la fórmula de la coedición, para subsistir. Y la dependencia económica es la peor de todas, pues en el medio editorial de la capacidad económica depende la posibilidad de impulsar proyectos. Por lo tanto creo necesario revisar el término. Quizás sería más propicio hablar de editoriales alternativas.
Como quiera que sea, los proyectos encaminados a agrupar a las editoriales, sucumben con facilidad al igual que las mismas editoriales si no surgen con principios y objetivos claros, con una estructura organizativa sólida y una clara definición de su sustentabilidad económica. Si quienes se unen no tienen los recursos para subsistir como proyectos, difícilmente los tendrán para financiar una entidad ajena si ésta no les reporta de inmediato ganancias. Así como he sido testigo del surgimiento y desaparición de numerosos proyectos editoriales, también lo he sido del desmoronamiento de proyectos de creación de organizaciones que agrupen a los editores alternativos.
Sin embargo, creo que las cosas están cambiando en algunos sentidos, lo que está propiciando un extraño fenómeno: la realización de cada vez más encuentros de editores a nivel internacional. Mientras que los intentos por crear una agrupación a nivel nacional pueden fracasar con relativa facilidad en aras de luchas intestinas por el poder o por la falta de recursos económicos y la carencia de un aparato administrativo, los encuentros internacionales generalmente cuentan con apoyo gubernamental sin que esto mine la independencia de quienes se reúnen. Por otro lado, al provenir los editores de puntos distantes y al no constituir uno competencia del otro, la concordia, el diálogo, el intercambio de ideas y experiencias suele ser el común denominador de los encuentros.
La disposición a colaborar en proyectos suele darse con más facilidad entre entidades separadas por un océano, que las que comparten un mismo país.
Este año tuve oportunidad de participar en dos encuentros internacionales de editores alternativos. El primero, en Punta Umbría, España, organizado por Uberto Stabile. La riqueza de experiencias que uno puede tener en un encuentro de esa naturaleza es sorprendente. A diferencia de otros en los que he participado, en los que toman parte entidades con similares características en tamaño y visión, en Punta Umbría convergen los proyectos más dispares. Esa enorme diversidad es la que permite enriquecerse con una gran variedad de visiones. El segundo al que asistí tuvo lugar en Santa Cruz de Tenerife, en Islas Canarias, España apenas unas semanas atrás, organizado por Angeles Alonso y Arturo Vizcaya. Con algunas características distintas al encuentro en Punta Umbría, este encuentro también se caracterizó por su gran diversidad. Curiosamente, una de sus debilidades, es decir, la carencia de público, se convirtió en una de sus mayores virtudes al propiciar un diálogo constante entre los participantes. Para quienes no han ido, ambos encuentros requieren del participante un aguante por encima de lo normal en todos los terrenos. Inician a las 9 de la mañana en Punta Umbría y a las 10:30 en Canarias, y duran hasta las 9 de la noche. Pero luego sigue un programa que llaman “en off” que inicia a las 11 de la noche y se prolonga hasta que el cuerpo aguante, o hasta que truene.
Como algunos de los que coincidimos en Tenerife ya nos veíamos por segunda vez, la comunicación fluyó con mayor enjundia. En una etílica charla a las afueras del recinto ferial, cerveza en mano, hablamos de la organización del viaje de este nutrido grupo español que hoy nos visita. Propuse allí que hiciéramos algo concreto: la publicación de un libro aprovechando que estarían con nosotros los tres poetas que mañana nos ofrecerán un recital, es decir, Inma Luna, Antonio Orihuela y el mismo Uberto Stabile. La propuesta fue acogida con entusiasmo y es así como hoy contamos con un libro que ellos llevarán a los distintos puntos en los que se presentarán. El libro es fruto de una colaboración entre la editorial Baile del Sol, de Tenerife, y Ediciones del Ermitaño, de México. Es una experimento que demuestra cómo en unas semanas se puede concretar un proyecto de colaboración. Claro, sin internet no habría sido posible. Esa herramienta de comunicación es la que nos abre un mundo de posibilidades.
Un libro como éste es fruto de la unión de voluntades de un conjunto de individuos. Y es una herramienta de trabajo. Es sólo una pequeña muestra de lo que una red de editoriales alternativas, como la que propone Uberto, puede lograr.
Estamos viviendo, en mi opinión, un refrescante auge de encuentros en los que la compartición de visiones está dando por resultado nuevas búsquedas en varios frentes. La gran ventaja es que quienes estamos participando, lo hacemos por convicción, por un impulso natural. Nadie nos paga por hacerlo, nadie nos obliga. Es la acción de lo que en México llamamos la sociedad civil, esa que es crítica, que actúa y que trabaja exigiendo que se le dé el aire, la libertad que requiere, con apoyo pero sin intervenciones por parte del gobierno, sin condicionamientos.
Y creo que esa sociedad civil, ese concierto de editores, autores y creadores, está demostrando ser más universal de lo que habríamos supuesto tiempo atrás.
Lo que Uberto y Ángeles están haciendo debe hacer renacer en nosotros la esperanza. Esa que nunca muere, que nunca debe morir. Menos ahora, que estamos asistiendo al alumbramiento de proyectos que, estoy seguro, nos sorprenderán gratamente en los años venideros.