Para quienes amamos los libros, leer Filobiblon es como pisar suelo sagrado. El suelo sagrado de lo que nos apasiona. Siendo ateo, puedo imaginar perfectamente la devoción que los libros suscitaron en Ricardo de Bury. Mi padre, que nació en 1898, fue encuadernador y aprendió las artes y los oficios del libro en las prisiones… Continuar leyendo