La época de las predicciones aventuradas sobre el futuro del quehacer editorial quizá ya pasó. Las nuevas tecnologías dejaron de ser “nuevas”; la fuerza e importancia de internet, para quien lo dudara, quizá quedó demostrada definitivamente en unas elecciones de las que salió triunfante el primer presidente afroamericano en la historia de Estados Unidos, quien basó buena parte de su estrategia electoral mediática en ese nuevo recurso que ya tampoco es tan nuevo; la viabilidad del libro electrónico como medio alternativo o primordial también ha dejado de ser cuestionada.
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