Ya estamos de lleno en el 2025, año en el que el despliegue de la IA en todos los terrenos se consolidará y en el que veremos la llegada tanto de los “agentes” de IA como de los primeros robots caseros y, en una de esas, incluso la AGI (Inteligencia Artificial General). Estos “agentes” son programas o sistemas diseñados para interactuar de forma autónoma con usuarios, dispositivos o sistemas, llevando a cabo tareas específicas o asistiendo en procesos complejos. Pueden actuar como asistentes virtuales avanzados, realizar búsquedas, ejecutar comandos, gestionar dispositivos inteligentes en el hogar o incluso aprender y adaptarse a los hábitos del usuario para anticipar necesidades. Con eso en mente, dediqué mi fin de año a rehacer mi estudio y preparar mi espacio de trabajo. Esta época tiene cierta semejanza a la que viví en los años 80 y 90, con el surgimiento de la computadora personal y de las herramientas que comenzamos a usar en las artes gráficas y en la industria editorial, cuando algunos de los que me leen no habían aún nacido. Fue un periodo fascinante para quienes nos clavamos en el aprovechamiento de esas herramientas tecnológicas emergentes. Todo el tiempo había novedades: el lanzamiento de una nueva versión del sistema operativo (Windows, en particular), de los programas (por ejemplo, PageMaker, Ventura, CorelDRAW, etc.), pero también del hardware: los procesadores de las computadoras (8088, 80286, Pentium), las tarjetas gráficas, la cantidad de memoria que soportaban, el paso de los floppies a los discos duros, etc. La transición de los monitores monocromáticos a los WYSIWYG (What You See Is What You Get) y de las primeras impresoras de 300 puntos por pulgada a unas con una resolución cada vez mayor, hasta rivalizar con la fotocomposición, fue todo un viaje apasionante. No había tiempo para el aburrimiento. No había tampoco escuelas en las que pudieras aprender todo eso, porque eran tecnologías emergentes, de manera que uno aprendía sobre la marcha. Y no había un Internet en el que pudieras buscar información y tutoriales. Las pocas revistas especializadas (DTP, Publish!) eran impresas y llegaban a cuentagotas a México. Algunas las encontrabas de vez en cuando en Sanborns; a otras tenías que suscribirte, con lo que quedabas a manos del lentísimo sistema postal para que algún día llegaran milagrosamente a tus manos, muchas veces mojadas porque las aventaban debajo de la puerta aunque todo estuviera encharcado por las lluvias. En fin, épocas apasionantes que nos fueron llevando a ese estado ya más estable y tranquilo que conocimos hasta el 2022. Los escenarios apocalípticos para la industria editorial por el surgimiento del libro electrónico quedaron atrás, sin cumplirse, y la impresión digital fue avanzando a cuentagotas en el imaginario de nuestra industria hasta convertirse en un eficiente sistema de distribución internacional bajo demanda, como el que ofrece Librántida.
Hoy vivimos algo similar, pero mucho más vertiginoso. La IA surgió como una novedad de alcances impredecibles a finales del 2022 con ChatGPT y, desde entonces, no ha parado de prodigarnos avances sorprendentes. Pese al poco tiempo transcurrido desde el lanzamiento de ChatGPT hasta la fecha, los cambios han sido formidables. A OpenAI le siguieron Microsoft, Meta y Google, entre otros. Yo comencé a explorar los alcances de la IA a principios del 2023 y, en el 2024, ya la usé como herramienta de manera intensiva. Descubrí que la productividad podía incrementarse exponencialmente en prácticamente cualquier terreno. Mi entusiasmo por la tecnología revivió de manera inusitada. Con eso vuelvo a lo que mencioné al inicio: si ya había logrado una eficiencia sin precedentes tan solo trabajando con mi laptop, una MacBook Pro M1 Pro, al salir la Mac mini M4 Pro se me abrió un mundo de posibilidades. Regresé a la configuración que tenía antes de la pandemia: computadora con tres monitores. Pero esta vez monitores más grandes y de mayor resolución. ¿Para qué? Para sacarle provecho a las posibilidades de un trabajo multimodal, por llamarlo de alguna manera.
Les explico. Suelo trabajar en varios proyectos a la vez. Lo que requiere escritura (notas, artículos) lo elaboro en Ulysses, una aplicación para escribir textos que uso desde hace muchos años y que me resulta más práctica que Word y que usa Markdown, un código muy versátil, por cierto. Cuando necesito hacer una investigación sencilla, uso ChatGPT-4, que permite, entre muchas otras cosas, hacer búsquedas en la red. Cuando se trata de algo más complejo, suelo usar Gemini Advanced 1.5 Pro with Deep Research. Y si lo que busco es profundizar aún más en el tema, recurro a NotebookLM. La investigación se puede enriquecer con Perplexity. Finalmente, con ChatGPT. con Canvas sintetizo todo. Para las imágenes suelo usar MidJourney e Ideogram, pero también DALL-E e incluso Grok. Para marketing de los libros de Librántida uso una combinación de herramientas: Ulysses, ChatGPT (con un GPT que programé ex profeso), los generadores de imágenes que mencioné antes y HeyGen para video. Para la generación de audio uso ElevenLabs. Para las portadas suelo usar también una mezcla: los generadores de imágenes de IA, cuyos resultados incorporo a Photoshop o Illustrator, donde trabajo la tipografía y otros elementos. Para todo esto acabo teniendo infinidad de escritorios virtuales en la Mac, cada uno con muchas ventanas abiertas. Para facilitar el manejo de este desmadre uso el teclado Stream Deck XL, que me permite ejecutar infinidad de macros. Para las pruebas de portada, en particular, uso una impresora fotográfica Epson 8180 de 6 tintas que me da un tamaño máximo de 13 x 19 pulgadas. Y en medio de todo eso, Acrobat es una herramienta fundamental. Si a eso añadimos los navegadores (Safari, Chrome, Edge) y los recursos de comunicación (Zoom, Skype, WhatsApp, etc.), ya se imaginarán que uno puede estar inmerso en un universo un tanto complejo pero que es muy divertido manejar.
Este escenario, en el que me muevo a diario, es muy dinámico y cambiante. Las aplicaciones están avanzando a pasos acelerados. No exagero si les aseguro que prácticamente a diario hay novedades. Seguramente lo que hoy les describo será bastante diferente en un par de meses. Ya les iré contando. Por lo pronto, ¡feliz 2025! Seguramente estaremos hablando mucho de IA, de robótica, del futuro de la industria editorial y de otros sectores, y del tsunami que viviremos en cuanto a cambios en nuestro trabajo y en nuestra vida diaria. Si tienen cinturón de seguridad, pónganselo, porque el viaje va a ser ciertamente vertiginoso.