Flujo del trabajo editorial haciendo uso de las herramientas hoy disponibles de IA

¿Cuál sería el flujo de trabajo editorial haciendo uso de las herramientas hoy disponibles de IA? Hagamos un ejercicio tomando como ejemplo un libro que publiqué años atrás en Ediciones del Ermitaño. Se trata de “El último sobreviviente” de Arón Gilbert. En ese entonces, Sandro Cohen me propuso publicar el libro. Se trataba de una biografía novelada del padre de Arón, que había pasado por los suplicios de los campos de concentración nazi. Como editor, la primera tarea sería valorar si el libro vale la pena o no. Generalmente, un editor vive inundado de manuscritos, gran parte de los cuales no puede leer de manera personal, simplemente por falta de tiempo. Así que las propuestas llegan a través de agentes literarios o personal contratado para realizar las lecturas y los dictámenes (o amigos cercanos, como fue el caso de Sandro Cohen). Hoy, mediante la IA, el proceso puede ser mucho más rápido y ningún manuscrito tendría por qué quedar fuera de consideración.

Todo el proceso en aquel momento fue el tradicional: leer el manuscrito, tomar decisiones, preparar el diseño, imprimir y lanzar la obra. Hoy, con la IA, este mismo escenario podría lucir muy distinto. No significa que la máquina sustituya al editor; más bien lo asiste, le da herramientas, le ahorra tiempo y le abre nuevos caminos que antes eran impensables.

Imaginemos el nuevo flujo:

  1. Dictamen y valoración inicial:
    Antes, el editor se veía abrumado por montañas de manuscritos. Hoy, podemos pasar el texto a ChatGPT, Claude, Perplexity o la herramienta que más nos guste, pedirle un resumen, un análisis temático y hasta ciertas comparaciones con otras obras. Esto nos da una “fotografía” muy rápida del libro. No nos casamos con la opinión de la IA, claro, pero nos permite decidir con mayor agilidad a qué manuscrito dedicarle tiempo de lectura en serio.
  2. Estrategia comercial y mercado:
    ¿A qué público podría interesar “El último sobreviviente”? La IA puede sugerir mercados potenciales (por ejemplo, lectores interesados en la memoria histórica, en el Holocausto, en biografías noveladas), proponer nichos internacionales, eventos o ferias donde el libro encaje bien. Incluso puede ayudar a pensar si conviene una primera tirada corta en papel, una edición bajo demanda o el lanzamiento simultáneo digital. Es como tener un asesor de marketing editorial dando ideas las 24 horas.
  3. Diseño (portada, interiores) con IA:
    Imaginemos generar varios bocetos de portada con Midjourney o DALL·E. No es que la IA decida la portada final, pero nos muestra opciones visuales que tal vez no se nos habrían ocurrido. Además, puede sugerir estilos tipográficos o diagramaciones base para agilizar el trabajo del diseñador. Todo esto hace que el proceso creativo sea más dinámico y menos pesado, liberando tiempo para el ojo crítico y la curaduría del editor.
  4. Producción e impresión:
    Aunque aquí la IA intervenga menos, sí puede ayudar a elegir imprentas con buena relación calidad-precio o recomendar procesos de impresión bajo demanda a partir de datos históricos de ventas. De nuevo, el editor no deja de tomar las decisiones; la IA solo le facilita el acceso a información valiosa.
  5. Marketing, promoción y ecosistema digital:
    Aquí viene una parte del proceso que se le dificulta particularmente a pequeños editores. Antes realizábamos la presentación, enviábamos notas a la prensa y trabajábamos un poco las redes sociales. Ahora podemos crear un micrositio (en nuestro caso quizás en edicionesdelermitano.com) y allí integrar un chatbot sobre el libro. Este chatbot, generado con ElevenLabs por ejemplo, podría tener voz y personalidad: un personaje que sepa todo sobre la obra, su contexto histórico y su autor, y que conteste preguntas al lector, guíe la experiencia y dé recomendaciones (puedes experimentar un chatbot en vivo sobre este libro si entras al siguiente link: https://elevenlabs.io/app/talk-to?agent_id=kxxWinyRmtYVo4sRSJbV). Además, podríamos usar NotebookLM para generar herramientas de lectura, un glosario interactivo, una línea del tiempo, mapas, referencias históricas… ¡El libro deja de ser estático y se convierte en una experiencia inmersiva! Y si queremos llevarlo aún más lejos, podemos crear una presentación virtual con un avatar creado en HeyGen, hablando sobre el libro, su relevancia y su contexto. Y no olvidemos las redes sociales: la IA puede proponer campañas, hilos temáticos en Twitter/X, mini videos para TikTok, todo para amplificar la presencia del libro. Incluso podríamos crear un audiolibro con voces generadas por IA, o una experiencia de realidad aumentada que se active al apuntar el celular a la portada. Todo eso no sólo en español (o en el idioma de origen del libro) sino en tantas lenguas como queramos. De todo esto iré dando ejemplos en los próximos días.
  6. Refuerzo y longseller:
    La IA puede monitorear opiniones en la red, sugerir mejoras o ediciones futuras, detectar si conviene traducir el libro (e incluso hacer la traducción) y hasta proponer nuevos productos derivados: una novela gráfica, un podcast documental o un club de lectura virtual moderado por un chatbot. El chiste es que el libro no se quede en la novedad inmediata del lanzamiento, sino que viva más tiempo en el mercado, en la mente de los lectores y en la conversación cultural.

¿Y el editor dónde queda en todo esto?
Queda en el centro, como siempre, junto con el autor. La IA no es el director de orquesta, es más bien un asistente muy capaz que toca varios instrumentos simultáneamente. El editor sigue siendo quien tiene la visión, decide la línea editorial, el nivel de calidad, los valores estéticos y éticos detrás de una publicación. Por su parte, el autor también puede asumir el rol de editor y comercializar su libro directamente, aprovechando servicios como los que ofrece Librántida. Solo que ahora ambos tienen un arsenal de herramientas para hacer las cosas con más agilidad, profundidad y creatividad.

Este es el reto: pensar el libro más allá de su forma tradicional. No se trata de “tecnologizar” por tecnologizar, sino de aprovechar la IA para enriquecer la experiencia, ampliar el público, mejorar la gestión y ofrecer a los lectores un universo más completo. Así, la conversación que antes era un murmullo ahora se vuelve un diálogo enriquecido con muchos matices. ¿Se imaginan cómo sería el mapa editorial dentro de unos años si adoptamos estos recursos con espíritu abierto y con criterio?

La trillada frase de que “el futuro ya está aquí” es más válida que nunca, y la IA nos está tendiendo la mano. Depende de nosotros, editores, autores, traductores, diseñadores, libreros y lectores, la manera en que queramos aprovechar esta oportunidad. A los editores se nos abre un apasionante universo de experimentación y, por qué no, de diversión. ¿Le entras?

Nota: Las aplicaciones que menciono son a manera de ejemplo. Hay muchas y es cosa de explorarlas y de experimentar sin escatimar. Es parte del aprendizaje y de la diversión.