Decálogo de la Santa Hueva
En un mundo donde la productividad y el ajetreo constante son casi dogmas de fe, emerge en Semana Santa una contracorriente filosófica tan antigua como la existencia misma: el arte sublime de no hacer absolutamente nada. Esta noble disciplina, practicada por sabios y eruditos desde la comodidad de sus sofás o bajo la sombra generosa de un árbol, ha sido injustamente relegada a los márgenes de la sociedad productiva. Sin embargo, hoy, con la solemnidad que merece, someto a tu consideración el Decálogo de la Santa Hueva, un conjunto de principios destinados a guiar al neófito a través de los senderos de la inacción con elegancia. A continuación, los mandamientos:
- No Harás: Según la filosofía de la pereza, el verdadero sabio es aquel que entiende el valor incalculable de no hacer nada. Antes de emprender cualquier acción, recuerda que el acto más noble es, a menudo, el de abstenerse.
- Honrarás Tus Siestas y Descansos: Como bien sabemos, una siesta a tiempo es una batalla ganada contra el culto a la productividad. Las siestas no son solo un derecho; son un rito sagrado.
- Mantendrás Sagrados los Días de Flojera: Un principio básico de la holgazanería dicta que cada día sea tu día de descanso, pues en la quietud se encuentra la verdadera sabiduría.
- Evitarás el Multitasking como a la Peste: Los vagos multifacéticos y partidarios de la inactividad afirmamos que hacer una cosa a la vez es demasiado; lo ideal es no hacer nada.
- No Te Culparás por Procrastinar: Los adoradores del aplazamiento y de la postergación seguimos al pie de la letra la máxima que establece que procrastinar no es más que respetar el flujo natural de nuestra pereza.
- Huirás de la Cultura del ‘Sí Puedo’: Hay que entender que decir “no puedo” y no hacer nada al respecto es la más alta forma de honestidad con uno mismo.
- Celebrarás los Pequeños No Logros: Festeja esos momentos en los que, contra todo pronóstico, lograste no hacer absolutamente nada. Cada minuto sin producir es una victoria.
- Predicarás el Evangelio de la Inactividad: Ser huevón no significa ser egoísta, así que comparte con el mundo el gozo de no hacer nada, pero sin esforzarte demasiado en el intento.
- No Juzgarás al Prójimo por su Actividad: Vive y deja vivir. Si otros eligen el camino del ajetreo, recíbelos con compasión cuando vuelvan exhaustos, buscando refugio en tu sofá.
- Buscarás la Iluminación en la Nada: El zen de la flojera reside en encontrar todo en la nada, especialmente cuando “todo” implica cualquier forma de esfuerzo.
Así, armados con estos mandamientos, podremos reivindicar el derecho inalienable a la pereza, elevando la hueva a su merecido pedestal como filosofía de vida. La próxima vez que alguien te acuse de ser un holgazán, recuérdale que simplemente estás siguiendo un camino milenario hacia la iluminación… o eso harías, si no te diera tanta hueva explicarlo.