Después del Huracán, la paz de la incertidumbre. Normalmente dedico yo los domingos a intentar ventilar los numerosos pendientes que se acumulan en mi app de procrastinación. Este domingo, sin embargo, la pregunta es si mandaremos o no a Nimue a la escuela de manera presencial. La mera verdad, yo no quiero hacerlo porque los datos sobre la virulencia y letalidad de la variante Delta del Covid entre los niños son muy preocupantes. El Pichicuaz también se opone terminantemente a que Nimue se exponga a los patógenos pandémicos que andan pululando en el espacio exterior. Tiene un sólido argumento: en este año y pico Nimue sigue sana, vivita y coleando, y ha obtenido un doctorado en TikTok y una maestría en AmongUs; más, pues, de lo que habría logrado seguramente en la escuela. Además, él teme ser infectado si ella trae el virus a la casa. Le decimos que los gatos no se infectan de Covid, lo cual pone en duda: si un murciélago fue supuestamente el origen del desastre, ¿qué impediría que un gato lo contraiga? Guardamos silencio. Lo cierto es que Nimue no está vacunada, al igual que todos los niños de su edad, y Noemí apenas lleva una dosis. Y si bien yo ya tengo la vacunación completa, tras leer que en Alemania una enfermera aplicó cerca de 10,000 inyecciones con solución salina en lugar de la vacuna, caray, cualquiera duda de qué demonios nos han estado introduciendo en el cuerpo. Pero nos entra la curiosidad al ver tanta gente deambulando por este México lindo y querido como si nada ocurriera. Y, para la cantidad de gente que anda suelta, el número de infecciones hasta parece reducido. Con eso en mente, saldremos al rato a dar una vuelta por la Ciudad. Hoy se nos antojan unas salchichas del SEP´s de la Condesa con chucrut, papas, pan negro, mantequilla, paté y chiles encurtidos acompañados de un litro de cerveza. Pero seguiremos fieles a nuestro encierro. Total, un año más, un año menos, qué más da…