Finalmente una buena noticia: ¡Noemí salió negativa a Covid! No saben el alivio que sentimos. Pero no sólo eso. ¡Por fin nos pudimos dar un beso! Por supuesto, esta noche (y todas las que siguen) cena Pancho o, lo que es lo mismo, habrá tururún. Y nos echaremos al menos un par de mañaneras (de las placenteras, no de las que ya saben). Durante una semana estuvimos relativamente separados, guardando distancia como medida de precaución dado que Noemí estuvo acompañando a su papá en un hospital donde también tratan casos de Covid. Llevábamos años sin estar lejos el uno del otro, pues nos la pasamos siempre juntos las 24 horas del día. Noemí se fue a dormir a la recámara de Nimue, y la pequeña se mudó a nuestro cuarto y pasó estos días conmigo. Ya se imaginarán: noches de patadas, de pesadillas en voz alta de Nimue, de sacudidones porque, según ella, yo ronco horrible. Incluso una noche, en la madrugada, me dijo: “no sé cómo te aguanta mi mamá, roncas peor que un dragón en celo”. Eso ya caló. Pero fuera de eso, Nimue disfrutó estos días como si se hubiera ido a una piyamada. También estuvimos todos con cubrebocas. Para acabarla de amolar, hoy Noemí se puso mal: se le subió la presión, le dio taquicardia, tuvo dificultades de respiración, en fin. Yo supuse que ya comenzaban a manifestarse los síntomas pandémicos. “Ya valimos”, me dije, suponiendo un contagio. Pero nel pastel. Si Noemí está bien, todos estamos bien. Supongo que a Noemí le hizo crisis la tensión de la semana. Nimue festejó con un ¡Aleluya! porque ya puede regresar a su cuarto, donde puede estar sola y jugar como loca degenerada a AmongUs y Roblox con sus amiguitos de la escuela sin soportar mis ronquidos. Yo estuve aplicado todos estos días. ¡Hasta lavé trastes! En fin, que estamos felices y más o menos de fiesta aunque con un pinche escándalo en la calle porque llegó una banda borracha a tocarle a algún vecino las mañanitas. ¿O nos mandó el laboratorio la banda para festejar que Noemí salió negativa a Covid y que hoy la lujuria podrá salir a relucir? Sepa la madre. Pero fue un buen d etalle. Ahora sí, ¡a darle, que Pancho tiene hambre!