Desilusiones en el México pandémico

Yo nunca he simpatizado y sigo sin sentir empatía por ningún partido en México. En general detesto a los políticos. Sin embargo, nunca he dejado de luchar por mis ideales de muchas maneras, particularmente desde organizaciones de la sociedad civil, esas que algunos desprecian. Sin embargo, tengo amigos de todas las tendencias. Algunos que fueron camaradas en esas viejas épocas de la militancia comunista, otros que simpatizan o militan en Morena, aquellos que son panistas, algunos que siguen añorando al PRI, y muchos que son apartidistas y despotrican contra todos. Me consta que muchos (de todas las tendencias antes mencionadas) abrigaban esperanzas con el cambio de gobierno. AMLO, que dista de ser de izquierda en muchos sentidos, al menos ofrecía una esperanza democrática. Esa esperanza se ha ido desvaneciendo. Esto que escribo genera ámpulas entre propios y extraños. Están los que detestan a cualquier morenista, como están los morenistas que son más papistas que el papa y se lanzan a la yugular a quien cuestiona a su líder. Yo cuestiono a todos. Es más, considero que una obligación de todo demócrata es defender las libertades y ser muy crítico en estas épocas, particularmente hacia quienes detentan el poder. Constituimos una humanidad muy diversa, con muchas contradicciones e intereses encontrados. La civilización consiste en encontrar formas de dirimir pacíficamente nuestras diferencias, de sentir empatía por el otro, incluso, o particularmente, por el contrario, por el que es diferente a nosotros. Pero sobre todo tiene que ver con la búsqueda de justicia, igualdad y equidad. Hoy, parte de quienes constituyen este gobierno en México reproducen lo más deleznable de los prejuicios, de la misoginia, del machismo, del regreso a modelos políticos, económicos, sociales y culturales que parecían superados. En esta conversación que estamos sosteniendo los diversos, tenemos que buscar un lenguaje común progresista, que mire en todas direcciones y comprenda a los diversos (o al menos lo intente). Lamento, de veras, ver en este gobierno, y particularmente en quien lo encabeza, todo lo contrario. Es una tristeza.