He tenido la fortuna de nacer, crecer y vivir en un entorno musical. Mi madre fue la incitadora, pues le gustaba el canto y tocaba la flauta y el piano. Siempre trató de motivarnos para aprender música. Mi hermano Miguel marcó el paso. Además de las clases de música que tuvimos en el Colegio Alemán en la Ciudad de México, mi hermano tuvo de maestro de violín a Saloma, que luego también intentó hacer de mí un músico, lo que no logró. Pero Miguel, al terminar la prepa, se fue a estudiar laudaría a Mittenwald, en Alemania y, luego, a Holanda. Tuvo, pues, a los mejores maestros en materia de construcción de instrumentos musicales. Por supuesto, continuó sus estudios e investigaciones y se convirtió en un extraordinario musicólogo y maestro de generaciones de lauderos y en general constructores de instrumentos musicales. Mi hermano Peter siguió un camino distinto que, tras muchas vicisitudes, lo convirtió en un extraordinario constructor de flautas y de otros instrumentos musicales. Varios de mis sobrinos han destacado como ejecutores de instrumentos musicales, como las hijas de Miguel, Athe y Olga. También su hija Laura aprendió laudería y se casó con un laudero con el que vive en el campo en tierras germanas. Mi sobrino Theo aprendió a construir jaranas y se ha vuelto un talentosísimo carpintero y artista de la madera. Por supuesto, en ellos influyó su madre Denia Díaz, también maestra de música y ejecutante extraordinaria de flauta y otros instrumentos. También las hijas de mi hermano Peter aprendieron a tocar con fluidez instrumentos. Yo tenía muy buen oído pero fui el más indisciplinado de los tres hermanos y sólo medio aprendí un poco de violín, guitarra, flauta y a golpear con enjundia las teclas del piano, torpezas que heredó de mí mi hija Xiluén que prefirió ser simplemente melómana aunque desarrolló infinidad de otras habilidades. Noemí, por su lado, cuyo padre fue apasionado de la guitarra y su hermano Josué es un ruckero solitario, fue una destacada bailarina de danza contemporánea y folclórica de voz privilegiada que le heredó a Nimue, la cual desde que amanece hasta que anochece nos deleita (o tortura) con sus bailes y cantos. El caso es que todos en la familia apreciamos la música y vivimos de o, al menos, con ella, por lo que es menester recordar este Día del Músico que se celebra desde 1695 en conmemoración de santa Cecilia, la patrona de los músicos…