Cuando Sofía de la Mora y yo nos reunimos, los temas de conversación fluyen con singular alegría. Si a eso sumamos que esta vez se unieron a la reflexión nuestras parejas, Noemí y Sergio, la suma de inquietudes que salieron a flote dieron para ocho horas continuas de charla acompañados, primero, de las enchiladas de Margarita y, luego, de café y postres. Sofía y Sergio sufrieron en carne propia la prolongada huelga de la UAM, lo que dio lugar a una larga discusión sobre la situación política que estamos viviendo y que tanto ha afectado a los sectores académicos, científicos y culturales. Sergio, que es matemático, ha trabajado en torno al tema no sólo de la pobreza, sino del empobrecimiento absoluto y relativo de la población, que en circunstancias como las que estamos viviendo en México viene mucho al caso. Hablamos de las políticas impulsadas por AMLO, de las esperanzas y desilusiones, de las grandes interrogantes que emergen tras este inicio de sexenio, de la incertidumbre a falta de un plan visible de gobierno a largo plazo, de sus implicaciones en todos los niveles, incluyendo, claro el del libro y la lectura. Imposible resumir en una nota todo lo que abordamos, lo confesable y lo inconfesable. Pero coincidimos en que no vivimos precisamente un momento de esperanza, sino uno de incertidumbre; es más, la grilla, el encono, la división flamígera de los diversos sectores de la sociedad mexicana están a flor de piel. No obstante, también coincidimos en que esta es una época fascinante, y que vivir con plena conciencia sus interrogantes es un privilegio histórico que bien vale la pena…