La semana pasada se llevó a cabo una nueva reunión del grupo “Trabajadores de la Edición” que tuvo lugar en las instalaciones de la CANIEM. Entre los numerosos temas que abordamos destacaron los avances para definir la misión, la visión y los valores de la organización. Sin embargo, dos asuntos llamaron en particular la atención. Por un lado, yo cuestioné que se planteara la “defensa de la lengua” como objetivo en una época de muchos cambios lingüísticos en que numerosos aspectos del uso del lenguaje están siendo criticados por un creciente movimiento feminista, lo que, creo, generará cambios a la larga por una suerte de transformación de conciencia colectiva, por llamarlo de alguna manera. Por el otro, una compañera criticó que se quisiera entrar en contacto con una organización de escritores de reciente creación cuyo dirigente ha sido acusado por el movimiento del #Metoo. Eso generó una discusión acerca de si una entidad puede ser juzgada en su totalidad por el comportamiento o acusación que pesa sobre un individuo cuando seguramente pocas organizaciones estarán a salvo de contar entre sus integrantes con alguien de dudoso prestigio. Los temas quedaron abiertos. Complejos asuntos los que pesan hoy en toda reflexión colectiva…