Unos apuntes a bote pronto tras la presentación hoy de la Estrategia Nacional de Lectura. Hay aspectos que aplaudo y otros que veo con gran preocupación. Lo encomiable es que al inicio del gobierno se le dé tanta importancia a la lectura. Hablan de que buscan que México se convierta en una “República de Lectores” (que nos recuerda el propósito de convertirnos en “País de Lectores” en gobiernos anteriores). Lo que preocupa es el cómo se pretende lograr.
Paco Ignacio Taibo II lo quiere hacer inundando el país de libros buenos y muy baratos o regalados. Y eso lo quiere hacer desde el gobierno. El problema es que no habla de hacerlo apoyando a la ya muy golpeada y mermada industria editorial, apoyando a las librerías existentes que se debaten día a día entre la vida y la muerte; por el contrario, se entiende que quiere hacerlo no sólo con independencia de todo ese sector sino incluso compitiendo de manera desleal con editores y libreros. Se refuerzan, pues, mis mayores temores.
En un texto* que escribí antes de que entrara en funciones el gobierno actual y que ha sido publicado en las revistas Quehacer Editorial (México) y Texturas (España), planteaba una serie de medidas que consideraba imperiosas para fortalecer el ecosistema del libro en el país. Lo que hoy se ha planteado va en sentido diametralmente contrario. En lugar de medidas para apoyar y fortalecer la industria editorial se habla de llevar a cabo una actividad editorial gubernamental que competirá con las editoriales y que muy posiblemente las debilite y perjudique enormemente. En vez de impulsar una labor sistemática de fortalecimiento de las librerías existentes, se plantea fusionar las de la red EDUCAL y las del FCE y la creación de otras más dependientes del estado. En lugar de buscar mecanismos para fortalecer a la industria editorial Paco plantea “obligarla” a bajar los precios (término muy agresivo para un sector cultural vital para libro y lectura en el país).
Sé que alrededor de Paco hay gente muy calificada que sabe perfectamente cuáles son los componentes que determinan el precio de los libros. Sin lugar a dudas hay libros que podrían tener un precio significativamente menor. Pero muchísimos libros apenas y encuentran hoy un precario punto de equilibrio y, otros, sufren significativas pérdidas (un factor lo constituye la enorme tasa de devoluciones que todos sufrimos).
Los problemas que enfrentamos los editores son mayúsculos y muy complejos. Paco plantea hacer tirajes muy grandes para abatir costos. Evidentemente ese es uno de los elementos clave de la ecuación: a mayor tiraje, menor costo unitario. Pero así como no todos los libros pueden navegar en tirajes grandes, tampoco es deseable que sólo se publiquen aquellos libros que justifiquen decenas o cientos de miles de ejemplares.
Hoy necesitamos bibliodiversidad y la tecnología ha venido a hacerla posible en los diversos formatos existentes (libro impreso, libro electrónico, audiolibro). Los libros deben tener el precio que los haga rentables tanto en tirajes largos como cortos. Está bien que el Estado impulse una actividad editorial encaminada a multiplicar lectores en el país. Pero mal harán en comparar los precios a los que pueden dar a los libros subvencionados, en los que no impactan todos los costos reales que tienen (como los sueldos de los burócratas, por dar un ejemplo) con los precios de quienes tienen que subsistir con el producto de la venta de sus publicaciones.
Me temo que el planteamiento va a llevar a lo que ya vivimos en el pasado: a la desaparición de una industria editorial nacional y a la inundación del mercado con libros baratos publicados por el gobierno y otros muchos importados producidos en grandes tirajes por las grandes corporaciones que son capaces de distribuir a nivel global (particularmente de España).
Espero, sinceramente, que Paco y su equipo recapaciten y entiendan que lo que necesitamos es fortalecer a la industria nacional del libro y al canal de ventas independiente (librerías) y trabajar juntos de la mano para lograr ese propósito mayor con el que todos estamos de acuerdo. Generar lectores activos, ávidos de conocimiento y críticos es uno de los imperativos en este país. Pero trabajemos juntos, y no confrontados y sometidos a una competencia desleal, para lograrlo.
* “El libro y la lectura en tiempos de AMLO”, 10 de agosto 2018, [www.alejandrozenker.com]