Los “hijos de puta” (HDP) pululan an nuestra Ciudad, sin distinción de género, como bien lo refleja un cartel que hoy alguien publicó en el grupo de WhatApp de nuestra colonia. Por ejemplo, prácticamente todos los días, unos huevones marca diablo llegan furtivamente a la esquina donde se encuentra la Librería del Ermitaño y tiran allí su basura pese a que todos saben que el camión de la basura pasa una o dos veces al día a recogerla. Les vale literalmente madres que tengamos allí un letrero que advierte que tirar la basura en la calle está penado. Si en este país no se castiga ni siquiera a los asesinos, menos a los puercos. Pero no sólo ocurre en esta esquina, sino en toda nuestra colonia. En el parque Pombo, cuyos jardines están bellamente arreglados, los basureros están al tope, pero no tanto por los usuarios del parque, sino por los vecinos cuya pereza es realmente inverosímil. Pareciera que no les importa vivir en un chiquero. La incivilidad reina en nuestra capital. Todos los días pasan varias veces los merolicos con su repetitiva, invasiva y espantosa cantaleta a todo volumen comprando fierro viejo y otras chácharas que vendan. Nos invaden auditivamente con su basura publicitaria. Imaginen que todos, tooodooos los que vendemos algo hiciéramos lo mismo, el de la tiendita de conveniencia, el de la peletería, el de los helados, el de la papelería, el de las bicicletas… El ruido en esta ciudad sería más infernal de lo que ya es. ¿Cómo poner en orden a esos “hijos de puta” si nuestras autoridades fallan en su obligación primordial que es brindarnos seguridad a los ciudadanos? Sin lugar a dudas, los primeros en fallar son las autoridades. Con toda razón señalan algunos la falta de contenedores donde depositar civilizadamente la basura para que el camión la recoja. De igual manera faltan luminarias para caminar con más seguridad en las calles, cámaras de vigilancia, policías vecinales honrados y confiables, áreas verdes. Quizás todo eso constituya parte de la cacareada cuarta transformación de la República. Lo cierto es que nos espera una larga batalla para cambiar la cultura vecinal en nuestro país que nos permita desterrar epítetos misóginos como el que he usado en este texto…
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Varias veces he publicado fotos de los tiraderos en San Pedro de los Pinos. Esta vez hago uso de algunas fotos de mis vecinos para que no digan que soy el único.