René Avilés, de quien acabamos de publicar el libro Cuentos de hadas amorosas y otros textos, nos vino a visitar hoy a Ediciones del Ermitaño y nos hizo pasar una tarde realmente grata y divertida. La intención era fraguar proyectos, lo que sirvió para que nos narrara pasajes de su trayectoria periodística y literaria así como episodios que nos mantuvieron a todos sonrientes a tal grado que, cuando se retiró, Noemí y Pilar me reclamaron por dejarlo ir tan pronto porque, pese a la carga de trabajo que traen a cuestas por el Festival Cultural de la Bibliodiversidad que tendrá lugar este domingo en San Pedro de los Pinos, se la estaban pasando muy bien. En ellas tiene René ahora a dos nuevas fans que ya quieren que sea la próxima reunión en la que ahora sí sabrán agasajarlo como se merece. Además de hablar de libros, abordamos el tema del Museo del Escritor para el que sigue (y esperamos poder apoyarlo en la gesta) buscando un nuevo espacio. Fluyeron anécdotas sobre su vida, con muchos pasajes apasionantes que, de la mano con su amena tendencia a exagerar el punto, atrapan aún más la atención sobre lo que él mismo reconoce, con gran sentido del humor, que es su tema predilecto: él mismo. Recordamos a muchos amigos en común, en particular a Gustavo Sainz y a José Agustín, a quienes tengo retratados, por cierto, en el marco de mi proyecto fotográfico “La escritura y el deseo” acompañados de una modelo desnuda. En aquellas épocas también invitamos a René a participar en el proyecto, pero se negó. No sabe, aunque creo que lo intuye, de lo que se perdió. El caso es que pronto volveremos a vernos, probablemente con un buen whisky en la mano…