Al llegar a Buenos Aires, ya nos estaba esperando nuestro buen amigo Gustavo Vorobechik, de Bibliográfika, acompañado de su esposa Patricia. Nos llevaron a comer a un espléndido lugar en Puerto Madero. Entre unas sabrosas carnes y vinos Malbec, conversamos largo y tendido sobre nuestros proyectos editoriales y sobre aventuras y desventuras pasadas con amigos y no tan amigos en común. El mundo de la impresión digital está plagado de coincidencias estés donde estés. Al terminar, ya tarde, nos llevaron al hotel, donde medio horrorizados vimos que eran las dos de la mañana. Ya para cuando apagamos la luz Xiluén y yo, eran las tres y media y yo tenía que despertarme a las siete para iniciar labores en el marco del encuentro internacional de editores independientes. Al despertar me enfrenté a una regadera que no servía, a una carencia casi total de señal de internet y a la noticia de que el hotel en el que aterrizamos no era el que estaba destinado a nosotros. ¡Omaigad! Pero me puse las pilas y me lancé heroicamente al lugar del primer encuentro. Me encontré a un compañero chileno más madreado que yo, con una gripe de no mames. Después de una reunión que tuvo lugar tiempo atrás en Africa, los primeros puntos tuvieron que ver con la difusión de la declaración de la Alianza, de las 80 recomendaciones y de la organización del DíaB. Los colectivos pintaron un panorama medio desolador: fueron a pasearse a Africa, pero poco pudieron hacer para difundir los resultados. Reciben una subvención de mil euros para organizar el Día B, pero poco a nada hacen en general para impulsarlo. La AEMI, en voz de su representante, de plano dijo que esos recursos destinados al Día B los aplicarían a su participación en la FIL de Guadalajara. Chale. ¿Puedes destinar a lo que se te pegue la gana un recurso que te asigna un organismo internacional para un propósito específico? Parecen diputados mexicanos, me cae. No entiendo. Siento que estamos ante un movimiento elitista que pretende bregar por la bibliodiversidad impulsando en parte grupúsculos que se contraponen a ella. En fin. Aquí ando agradecido por la invitación, pero confirmando que me siento más cómodo siendo independiente de los “independientes” y sin encajar en este escenario. Hay mucho qué hacer, pero poco se podrá lograr mientras unos cuantos se arroguen el derecho de representar a los muchos en una época en que, más que comportarse en chiquito como diputados con curules aseguradas, lo que necesitamos es generar movimientos fuertes, propositivos y contestatarios, incluyentes, que rompan las inercias. Al menos eso maulló el Pichicuaz hoy que tuve una conferencia con él vía Skype.