La encuadernación artesanal, artística, está viviendo un maravilloso renacimiento en México. Esta semana vinieron Raúl Díaz Heredia y Alan Tarsia, encuadernadores, a platicar con nosotros. Hablamos largo y tendido no sólo de lo que es Ediciones del Ermitaño y Solar, sino particularmente de nuestros proyectos culturales, como la Librería del Ermitaño y el Corredor Cultural de San Pedro de los Pinos.
Si algo me apasiona, además de las nuevas tecnologías, es precisamente preservar las ciencias y artes clásicas del libro. Mi padre fue encuadernador, les conté, y llevo plegaderas, pieles, papeles, tintas para el marmoleado, guillotinas, cartones, aromas a pegamento y mil otras percepciones en el alma. Así que les ofrecí estos espacios independientes para afianzar el movimiento que se está dando en el terreno de la encuadernación artesanal y artística. Creo que el potencial es maravilloso desde muchos puntos de vista. Mi padre fue también maestro de encuadernación, y muchos de sus alumnos aún agradecen lo aprendido. Quizás no son encuadernadores, pero su percepción táctil, visual, olfativa, en fin, su acercamiento a los elementos primarios que conforman un libro incidieron en su cosmovisión. Mucho es lo que podemos hacer para que cada vez sectores más amplios de la población se acerquen a lo que con la cultura digital se está perdiendo. Aclaro: de ninguna manera estoy contra la cultura digital; quienes me conocen, lo saben. Pero lo digital no se pelea con lo táctil; se complementa. De eso trata nuestro proyecto cultural. Toca y mira; pero también siente, huele, vuela a esas dimensiones pasadas pero que representan el futuro. Lo primario no es lo de hoy, pero sí lo de mañana…