Estoy en Veracruz, en el 20 Congreso de Libreros Mexicanos (COLIME). Ayer fue la inauguración en el impresionante centro cultural que Editorial Trillas tiene en este puerto. Entre las cosas memorables destaco la referencia que hizo J.A. Echeverría, presidente de la CANIEM, a los enormes riesgos que entraña para la industria editorial el decreto de depósito legal, cosa que señalé días atrás. También el improvisado discurso del mismo Trillas, que reconoció los innegables retos que presentan las nuevas tecnologías para editores y libreros. Finalmente, la extraordinaria ponencia de Grace Quintanilla, que habló de lo que sucede en el ámbito de la nueva cultura digital entre las nuevas generaciones. Hoy iniciaron los talleres. Aquél en el que yo participo se llevará a cabo por la tarde, después de una comida que Trillas ofrecerá en Boca del Río. Por la mañana tuvimos una sabrosa tertulia mañanera Alejandro, Julián, Camilo, Michelle y yo. Más tarde me fui a desayunar al Café Catedral, frente al malecón. Pedí un delicioso sope cubierto de huevos con chorizo, lo que no va con mi dieta, pero sí con la ocasión. Las damas se fueron a pasear a San Juan de Ulúa. En el Zócalo, frente al Hotel Veracruz, donde nos hospedamos, hay una exposición de las diversas fuerzas de seguridad (Marina, PFP, policía estatal, etc.). En general se aprecia una impresionante movilización policial en la Ciudad. No sé sí eso deba tranquilizar, o inquietarlo a uno más. El caso es que estos serán días de intensa reflexión en torno al libro y la lectura para los poco más de 100 participantes en este congreso. Pichi reporta que en la editorial todo está en orden. Aquí el clima está delicioso. Por lo pronto me estoy tomando una deliciosa coca helada, sentado en los portales, a la salud de quienes se quedaron en Chilangotitlán. No me extrañen.