Despierto de la borrachera teatral a la que “Para Eliza” nos condujo, esa estupenda obra de Xavier Villanova que tuvo lugar ayer por la noche en la sala de nuestra casa. Se trató de la vigésima representación de un intenso drama que tiene lugar no en la sala de un teatro, sino en la de casas y departamentos que los amantes del género ponen a disposición para que se lleve a cabo esta inquietante obra. No quiero, por supuesto, reseñar la trama, pues eso echaría a perder la sorpesa para quienes en el futuro tengan la fortuna de participar. Porque de eso se trata en buena medida, de formar parte de un simple y a la vez complejo elenco. Quizás podríamos preguntarnos por qué llevar a cabo esta obra en una casa y no en un teatro, o por qué está concebida tan sólo para once espectadores. Sobre todo si tomamos en cuenta que su autor recibió el Premio Nacional de Dramaturgia Emilio Carballido 2010 y las dos actices, Paula Vrelly y Laura Alejandra Cames, ejecutan sus papeles espléndidamente. Se trata de un movimiento llamado “Teatro para departamentos” que busca precisamente llevar las obras al lugar del drama. Porque mientras transcurría la trama no pude menos que imaginar la gran cantidad de dramas que ya habrán vivido las paredes de esta casa, edificada en 1935 en el corazón de San Pedro de los Pinos en la Ciudad de México. “Para Eliza” invita al espectador a formar parte de la obra. En esta ocasión yo fui “la puta madre”, mientras que Ger Tort “el padre ausente”. Cada asistente cumplió con un papel que le fue entregado al inicio, y que sirvió para incorporar al imaginario de los asistentes a los complejos personajes con los que las dos actrices se enfrentaron a lo largo de la hora y media que trascurrió con una vertiginosidad sorprendente. Al terminar, nos trasladamos a la terraza, donde el Pichicuaz ya nos esperaba con una deliciosa tinga que había preparado Margarita y unos sopecitos que elaboró Noemí. Fluyó la cerveza y el mezcal “Los diablos de don Hilario” que vaya que se desataron a lo largo de la velada. Aprovechamos para hablar de proyectos, muchos, de esos sabrosos que emergen cuando juntas a gente creativa. Por supuesto, no faltó idear sesiones de foto alusivas a la obra y para las que Paula y Laura se manifestaron dispuestas. Al calor de los mezcales nos dimos una vuelta por los talleres de Solar y Ediciones del Ermitaño, donde, más allá de los dramas que a diario acontecen en torno al libro, se me antoja escenificar uno en el que Xavier ya está poniendo manos a la obra. En fin, esta fue una velada festiva entre amigos de largo aliento. Una prolongada borrachera de sabrosas pláticas entre gente del cine, del teatro, de la danza, del quehacer editorial y las artes visuales. Espero que podamos ser muchas veces más anfitriones del talento de Xavier, Leonora, Laura y Paula, y poder abrir las puertas de nuestra hospitalidad a tantos amigos y amigas que no deben perderse de esta memorable experiencia. ¡Palabra de Pichi!