Hoy, Paloma Escoto y un pequeño grupo de correligionarios valientes y solidarios se desnudaron frente al Palacio de Bellas Artes en la Ciudad de México para manifestarse. Días atrás me visitó Paloma y platicamos largo y tendido sobre lo que iba a hacer y hoy hizo. Con anterioridad ya le había manifestado mi simpatía y solidaridad. Paloma es una de esas chavas cuyo entusiasmo y entereza hay que admirar y aplaudir. Como es de esperarse, ella ha recorrido los diversos baluartes de la lucha, oposición y resistencia crítica en esta compleja época de reconfiguración de paradigmas ideológicos, políticos, sociales y culturales. No pocas veces se ha alejado desilusionada. Ha vivido épocas difíciles, como muchos en nuestro país y en el mundo. Y se ha preguntado qué carajos hacer, hacia dónde dirigir sus pasos. Llegandito de Morelia, como decimos en Chilangotitlán, me dijo que en particular quería manifestar su indignación por lo que ocurre en su Michoacán querido. De eso se trata, a final de cuentas. De manifestar indignación. El descalificador recurso fácil de quienes siguen la corriente es orillar al indignado a que ofrezca soluciones, cuando lo más seguro es que no las tiene. ¿Se vale criticar sin saber qué ofrecer a cambio? ¡Por supuesto! Como ciudadanos protestamos por infinidad de cosas. Contra la violencia, el robo, la impunidad, las medidas impuestas desde la cúpula gobernante. Protestamos porque no estamos de acuerdo en un país de una enorme diversidad. Si hiciéramos una retícula algorítmica con los acuerdos y desacuerdos sociales, encontraríamos que todos coincidimos en algunos o muchos puntos, y a la vez estamos en desacuerdo en otros pocos o numerosos asuntos. Ese es el valor de la libertad y la “democracia”. Estar de acuerdo y en desacuerdo en una espiral contradictoria que nos separa y nos une. Sin duda hay cosas en las que Paloma y yo no estamos de acuerdo; pero, entre muchas otras, a la vez hay una cosa en la que sí: en su derecho a manifestarse como mejor le parezca por el simple hecho de estar indignada y de invitar a otros a indignarse y a… reflexionar. Y el desnudo es un recurso maravilloso. Tiene larga historia, por cierto. Ya habrá momento para reflexionar al respecto. Por lo pronto, Paloma, mi solidaridad, mi afecto y mis respetos… ¡Y que vayan a chingar a su puta madre todos esos pendejos mojigatos que están respondiendo a esta manifestación con imbecilidades! (aclaro que “puta madre” es una expresión ya lexicalizada que no pretende ofender a la madre, sino a quien inmerecidamente fue parido…).