La tecnología digital se extiende por todos los ámbitos, y muy acusadamente se encuentra en la producción intelectual, cuyos vehículos de expresión más preciados son el libro y la revista. Las publicaciones constituyen la evidencia tangible del funcionamiento y la importancia de un centro de investigación: por ellas se mide buena parte de la productividad académica. Actualmente se ha puesto a debate el quehacer editorial, enfrentando el antiguo modo de producción (offset) con el nuevo, basado en tecnología digital.
Para discutir sobre este tema y compartir experiencias en la producción editorial de los institutos de investigación del Subsistema de Humanidades y algunas instancias de la iniciativa privada, se realizó el encuentro Ediciones Alternativas el pasado 25 de septiembre, en la Coordinación de Humanidades de la UNAM. Participaron Alejandro Zenker Hackett, director general de Solar Servicios Editoriales; Berenise Hernández Alanís, jefa del Departamento de Publicaciones del IIS; Ricardo Martínez, jefe de publicaciones del CIALC; Elsa Botello, subdirectora editorial de la Dirección General de Publicaciones de la UNAM; Adolfo Rodríguez Gallardo, director general de Bibliotecas; Antonio Sánchez Pereyra, jefe del Departamento de Bibliografía Latinoamericana, y Noé Sánchez Guzmán, director de Librisite de México.
Durante la inauguración del encuentro, la coordinadora de Humanidades, Estela Morales Campos, señaló que la idea de éste se debe a “la necesidad de analizar nuevas posibilidades de edición para optimizar el presupuesto y el manejo de los libros que se producen en el Subsistema de Humanidades. Tenemos en nuestra Universidad una tradición muy importante de producción editorial a través de la imprenta. Hablar de nuevas formas de edición no signifi ca ir en contra de ella; simplemente se trata de revisar nuevas opciones que nos lleven al mismo camino”.
“El objetivo es que los editores aprecien otras maneras de hacer publicaciones —agregó Morales Campos—, para que puedan recurrir a ellas. Hay institutos y centros que ya están haciendo uso de estas alternativas. Algunos de ellos se presentan aquí para transmitir su experiencia a los que todavía no implementan esa tecnología. Se expondrán las posibilidades y bondades de las formas de edición distintas de la tradicional. Los editores presentes de cada instituto o centro de investigación evaluarán las ventajas de adoptar esas formas de producción editorial”.
La diferencia básica entre la edición tradicional y la digital es que la primera requiere de un tiraje considerable para abaratar los costos de edición; en cambio, la segunda no necesita de un tiraje extenso: se pueden editar los libros requeridos para su desplazamiento, lo que se conoce comúnmente como tiro bajo demanda. Las circunstancias que se generan alrededor de esto (tiraje, costos, almacenamiento, distribución) fueron los ejes de discusión del encuentro.
LA EXPERIENCIA EDITORIAL PRIVADA
Para Alejandro Zenker, director general de Solar Servicios Editores y editor pionero en usar tecnología digital, la nueva tecnología de edición ha perdido su novedad y empieza a envejecer. No obstante, es un recurso que permite abaratar los costos de producción de un libro: “Cuando hace catorce años incorporé a mi empresa la primera impresora digital dedicada a producir libros, el peso mexicano acababa de sufrir una devaluación y los costos para adquirir nueva tecnología eran muy altos. Sin embargo, estaba convencido de que iniciaba la transformación de la industria editorial”.
Según Zenker, la resistencia al cambio en aquel entonces se debía a varios factores; uno de los principales respondía a que el tiraje largo es un símbolo de estatus para el autor. Entre mayor tiraje tenga un título, mayor prestigio adquiere el autor, aun cuando sea imposible la distribución de todos los ejemplares editados. “Había libros con un tiraje de dos mil ejemplares, de los cuales sólo se desplazaban poco más de treinta, lo que se convertía en dinero y esfuerzo arrinconados en el almacén”.
El especialista tocó otro aspecto importante de las ediciones alternativas: “Al terminar el proceso de producción editorial tenemos un archivo electrónico equivalente a lo que antaño llamábamos ‘pruebas fi nas’. Ese archivo, generalmente un PDF, puede tener muchos usos. No sólo sirve para ordenar su impresión; también es la antesala del libro electrónico, pues está listo para exhibirlo en Internet”.
“La facilidad con que hoy en día se pueden crear libros electrónicos y subirlos a la red de manera gratuita es sorprendente. Claro que hay muchos prejuicios vinculados con el libro electrónico. Los puristas y fundamentalistas del libro con soporte en papel hablan de que éste es insustituible. Sin embargo, en mi opinión no es sino un prejuicio que deja de lado la perspectiva histórica de las tendencias tecnológicas y los cambios generacionales que transfi gurarán al lector”, concluyó.
Por su parte, Noé Guzmán Sánchez, director de Librisite de México, coincidió en que “debido al auge de Internet, la publicación de libros en formato digital se ha vuelto una necesidad para las editoriales. Gracias al desarrollo de agregadores de contenido, la publicación electrónica no requiere inversión, ya que los acuerdos con estas compañías incluyen la elaboración y distribución de los libros”.
Guzmán Sánchez enumeró los principales benefi cios que las editoriales pueden obtener al publicar libros en este formato: “llegar a múltiples puntos de venta con una sola copia electrónica de cada libro; anular gastos de impresión, almacenaje y transportación; tener acceso directo a mercados internacionales, y aumento de la promoción y venta del formato impreso”.
LA EXPERIENCIA DEL IIS Y EL CIALC
La jefa del Departamento de Publicaciones del Instituto de Investigaciones Sociales, Berenice Hernández Alanís, habló de la situación editorial del IIS, en donde ya se han instrumentado nuevas estrategias editoriales. “En el Instituto —señaló la editora— hemos incursionado en la búsqueda de nuevas formas de publicación que nos permitan producir ediciones diferentes de las tradicionales, sin perder de vista el objetivo de difundir el conocimiento y proteger y conservar los derechos de autor. Es así como hemos iniciado una colección de ediciones en versión electrónica que incluso se difunde en Internet, mediante la página web del Instituto y en páginas electrónicas de otras instancias educativas”.
Abundó que las publicaciones de esta naturaleza todavía no son del todo aceptadas por la comunidad académica, a pesar de tener virtudes que se aprecian inmediatamente. Por ejemplo, los títulos agotados se pueden reproducir de manera electrónica para poderlos consultar al instante en cualquier parte del mundo, con un costo muy bajo de producción.
Sobre la protección de los derechos de autor en este formato, Hernández Alanís indicó: “la edición digital ya dis-pone de la tecnología para proteger los derechos de una edición. Se puede determinar si se permite a los lectores copiar partes del texto, o bien imprimir todo el contenido; también es posible determinar si el documento sólo podrá
Octubre de 2008
leerse en la computadora donde fue descargado o si puede ser copiado o enviado por correo electrónico”.
Otra de las ventajas de editar en formato electrónico que ponderó Hernández Alanís es que empiezan a generar ganancias por la inclusión de sus publicaciones en JSTOR: “Si bien el reporte de ventas en la tienda electrónica aún es mínimo, vale la pena decir que gracias a esta gran vitrina se han incrementado considerablemente las ventas en la librería”.
Ricardo Martínez Luna, jefe de publicaciones del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe, coincidió con sus colegas en cuanto a las virtudes del tiro bajo demanda: “En 2004 iniciamos una investigación sobre la naturaleza del tiro bajo demanda, la cual nos llevó a considerar la aplicación de las nuevas tecnologías al trabajo editorial. Después de hacer un análisis de los libros que debíamos publicar, llegamos a la conclusión de que teníamos que tirar sólo 250 ejemplares de cada uno. Ello nos permite cumplir con los requisitos establecidos en la normatividad para la actividad editorial universitaria, como son el pago de regalías por concepto de derechos de autor, depósitos legales, compromisos institucionales y las consignaciones a la Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial”.
“Después de cumplir con esta normatividad, la existencia en el almacén era de 120 ejemplares, sufi cientes para solventar dos actividades: una, la venta directa en el CIALC, y dos, la venta directa en los eventos académicos que organiza el Centro, como coloquios, seminarios o presentaciones de libros”.
“En caso de que la demanda de un libro rebase las existencias en el almacén —añadió Luna—, se puede realizar la impresión de acuerdo con la demanda requerida por el mercado, mas al mismo costo unitario de la impresión digital. Así, este nuevo modelo permite disminuir los costos de almacenaje. Esto no quiere decir que hemos llegado al estado óptimo, en que salen más libros de los que entran al almacén; pero se ha optimizado la venta de los de investigación, que son para un público especializado y se desplazan muy lentamente”.
EL CASO DE SCIELO
En su oportunidad, Antonio Sánchez Pereyra, jefe del Departamento de Bibliografía Latinoamericana de la UNAM, habló sobre la hemeroteca virtual SciELO, red gratuita de publicaciones periódicas conformada por trece países de Iberoamérica. “SciELO da un impulso formidable a la visibilidad de las revistas, pues el tránsito de lectores de una hemeroteca supera por mucho al número de visitantes de una página web”.
“Una virtud más de una hemeroteca virtual —indicó Sánchez Pereyra— es que genera herramientas que se utilizan en la comunicación científica, tales como estadísticas e indicadores bibliométricos vinculados con la evaluación de la investigación científica. La colección SciELO México consta de 26 títulos, todos pertenecientes al índice del CONACYT. De la UNAM sólo hay una docena de títulos, cantidad pequeña considerando la importancia de su producción académica”.
SITUACIÓN GENERAL DE LA PRODUCCIÓN EDITORIAL EN LA UNAM
Elsa Botello López, subdirectora editorial de la Dirección General de Publicaciones, hizo un balance de la impresión bajo demanda en la UNAM: “La edición bajo demanda está relacionada con la impresión directa o en línea. Son sistemas de impresión que parten del almacenamiento electrónico de la obra, lo que posibilita la salida de tiros cortos
o que el surtido de ejemplares se haga de acuerdo con el comportamiento comercial”.
“La edición bajo demanda no equivale estrictamente a tiros cortos, sino a un control del catálogo de títulos. El archivo electrónico de un texto puede tener varios destinos o salidas; pueden imprimirse 10, 150 ó 500 libros. De esta manera se puede tener listo el libro para imprenta y al mismo tiempo solicitar un número de ejemplares para presentar la obra o promocionarla. También se puede tener controlado el costo por ejemplar, los autores pueden actualizar constantemente el contenido de sus obras y se evita el almacenamiento”.
“Actualmente existen 109 dependencias editoras en la UNAM, que en 2007 realizaron 1,568 libros impresos, 205 libros electrónicos, 351 fascículos de revista y 2,593 publicaciones diversas. Varios de los libros se hicieron en impresión bajo demanda, y prácticamente todas las dependencias editoras ya utilizan este sistema. Atrás quedaron la formación directa, el fotolito, las galeras hechas en mesas de iluminación interna por lectura de negativos armados sobre papel mandarina y las pruebas azules. Hoy el libro pasa rápidamente de la escritura en computadora a la edición digital, y de la formación electrónica a la impresión directa”.
Octubre de 2008 |