En el 2007, durante mi visita a Islas Canarias, conocí a Joaquín Lloréns en medio de las tertulias etílico gastronómicas que acompañaron siempre las jornadas de la Feria de la Edición, en la que participé en varias mesas de discusión sobre quehacer editorial e inauguré una exposición de fotografía. Esta última, la exposición, le gustó a Joaquín, de manera que me pidió recientemente que le facilitara una fotografía para la portada de su próxima novela, que publicará la editorial Baile de Sol. Para orientarme, me dio la siguiente descripción de la temática:
“Mi novela, segunda de una serie que espero conste de al menos cinco con la misma protagonista, es del género policiaco o negra, pero la idea partía de crear una porno-detective. Al final, ha quedado en una investigadora, digamos que, si no promiscua, sí tiene pocos prejuicios a la hora de vivir el sexo. Aunque queda mucho tiempo, he empezado a dar vueltas al asunto de la portada, y por lo que vi en tu exposición de Tenerife y he comprobado en tu web, es muy probable que dispongas en tu banco de imágenes algo que me pueda encajar a las mil maravillas.” Luego me describió su idea: “una fotografía donde aparezcan desnudas, pero sin verse del todo ningún rostro de dos mujeres. Mejor si las dos son rubias y una con mechas. Y si alguna de las dos tiene un revólver, ¡Bingo! Ambigua, no sé…”
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Me quedé con la inquietud y hablé sobre este proyecto con Laetitia, mi modelo de cabecera y con Laura, mi compañera de batallas y cómplice de la vida y la perversión. Decidimos solicitar a Joaquín más detalles de cómo visualizaba la escena. Joaquín dio entonces la siguiente descripción:
“Ambas de pie, desnudas, se les ve el lado izquierdo a las dos, ya que están giradas hacia la derecha y una –la que llevaría el revólver- está detrás, más o menos apoyando el pecho en la espalda de la otra con una mano ¿apoyada en el hombro de la otra? y el brazo más próxima a la cámara, caído y sujetando el revólver. Siendo policíaca o negra, en blanco y negro parecía más habitual, pero como tampoco quiero que sea “tan habitual”, lo dejo a tu elección como todo el resto. Se les ve algo del rostro pero no toda la cara. No quiero influenciar excesivamente al hipotético lector para que ponga un rostro “nuestro” a la protagonista y su oponente. Lo de los pelos, etc. es por la descripción de la investigadora “licenciosa” y su oponente en esta novela. El revólver real que llevaría la asesina es un astra-cadix. Te adjunto una foto. En cuanto a ellas, la que estaría delante, sin el arma es rubia (en esta novela) y pelo largo, si llevara un collar –de perlas, lo ideal-, estupendo. Tiene la punta de los pezones muy largo, pechos abundantes y el pubis depilado a la brasileña; alta. La otra, también guapa, rubia con mechas negras.”
Así pues, Laetitia, francesa rubia de ojos azules, pechos abundantes y pubis depilado, se hizo a la tarea de buscar a otra rubia. No la encontró. Me trajo a una bella ninfa de cabello negro. También se hizo a la tarea de encontrar un revólver como el descrito por Joaquín. Mi AK 47 de agua no venía al caso, y mi entorno pacifista si acaso ofrecía resorteras o ligas con hartas naranjas para juntar “parque”. Así que Laetitia era nuestra única esperanza. Lo que encontró finalmente fue una pistola… pero de diábolos. De lo que se trata es de crear una ilusión, pensé, así que pocos serán tan diestros en materia de armamento como para distinguir un remedo de escuadra de diábolos de una astra-cadix. En todo caso se fijarán en los atributos sensuales de las protagonistas y no en el objeto fálico que una de ellas llevaría en su mano. El que una no fuera rubia lo matizaríamos ocultando su rostro y cabellera en la penumbra. De cualquier manera… no se daría cuenta el lector de la falta de congruencia sino hasta leer la novela, lo que nos haría pensar que la portada habría cumplido su cometido: dar una idea de la temática e inducir a la compra (¡qué falta de profesionalismo! Pero así somos los mexicanos. Arreglamos los carros con mecates y pedacitos de alambre).
Librados esos escollos con argumentos de mequetrefe latino, quedaban un par de temas qué resolver: el entorno, la iluminación y el lente. El entorno lo eliminé al usar un fondo negro, lugar común en gran parte de mis fotos. La iluminación que más me funcionó fue la lateral y frontal, y los lentes fueron dos: un Canon 70-200 mm f/2.8 IS USM y un Canon Fisheye de 15 mm f/2.8. Jugué varias horas, hasta encontrar lo que quería. Como siempre, conseguí un par de fotos convincentes, y otras muchas muy interesantes. Finalmente el juicio definitivo lo tendrán el autor de la novela, los editores y el público lector. Yo ya me divertí y quedo agradecido a Joaquín por imponerme una tarea. Espero no haberlo decepcionado.