Presentación de Alejandro Zenker en la FIL de Guadalajara noviembre 2002
Hoy participo en una doble modalidad: como editor y como fotógrafo. Como editor estoy más que complacido, pues un proyecto largamente acariciado finalmente se ha concretado, aunque sea de manera casi accidental. Nuestra editorial, desconocida quizás para la mayor parte de ustedes, porque es de dimensiones modestas, tiene sin embargo 18 años de existencia. Publicamos en un principio principalmente libros para niños, y luego textos literarios de diversa índole.
El gran cambio se dio cuando años atrás incorporamos tecnología de impresión digital que hoy pueden ustedes apreciar en esta feria. Fuimos los pioneros en explorar esos caminos y en ofrecerlos a los demás editores. El caso es que mediante esa tecnología estuvimos en condiciones de imprimir libros en tirajes de sólo 100 ejemplares iniciales, con lo que abrimos oportunidad a gran cantidad de jóvenes creadores, sobre todo poetas.
En 1997 impulsé un proyecto de difusión, la Agenda Erótica Femenina, que vio su primer lanzamiento el año siguiente. El erotismo, he de confesar, me llamó la atención desde muy temprana edad. No sé si me masturbaba ya en el vientre de mi madre, el caso es que hasta donde recuerdo, siempre tuve la hormona un tanto acelerada. Mi padre era encuadernador. Recuerdo que en una ocasión un abogado le mandó encuadernar toda su colección de Playboy. Eran tomos y tomos de revistas. Las orgías masturbatorias del clan de amigos de la cuadra, excuso decirles, fueron excelsas. Hombrecitos todos, de unos 8 o 9 años de edad, pero machines viendo las fotos de esas formidables hembras que desfilaban frente a nuestros ojos en la semipenumbra del taller de encuadernación a escondidas de mi padre, que seguro sólo se habría divertido si hubiese descubierto nuestros desvaríos, siendo un hombre que sobrevivió las guerras y se forjó en los inicios de los movimientos libertarios y socialistas del siglo XX.
Años más tarde descubrí la versión mexicana de lo que mis ojos habían contemplado en aquellos entonces. La revista Caballero, cuyo creador y director nos acompaña, Gustavo Sainz, y que fue sin duda el guru de generaciones de voyeuristas chilangos que ejercitamos la lectura a una sola mano por décadas. Gustavo fue mi maestro en erotomanía, y felizmente nos reencontramos en la FIL del año pasado. Cuando lo conocí, él era todo un pulcro degenerado y yo un púber de tan sólo 14 años. El no lo recuerda. Cómo, si tenía a las más bellas damas del México prehistórico frente a sus ojos, cámaras y manos, supongo y espero, al menos.
En fin, el caso es que la erotomanía me ha perseguido a lo largo de mi vida. Por eso abrí sin miramientos la colección Minimalia a la literatura erótica, particularmente cuento y poesía. El boletín electrónico, llamado Literalia, que envío regularmente a los suscritos, también contiene muestras de lo mejor de la poesía erótica. Así, nuestra editorial, Ediciones del Ermitaño, es un baluarte del erotismo. Si ustedes nos visitan, y están invitados a hacerlo, encontrarán en los pasillos fotografías que despertarán su curiosidad. Incluso un amate de más de 2 metros, conocido como Cojotitlán, creado en la sierra de Guerrero y que muestra las artes de la fornicación en esas latitudes.
¿Cómo surge, pues, esta nueva colección? Les estaba contando de la Agenda Erótica Femenina. Tras dos ediciones en que no encontrábamos suficientes colaboradores gráficos que donaran los derechos a reproducir su obra (porque han de saber que es un proyecto de escasísimos recursos) decidí hacer yo mismo las fotografías. La idea la tuve porque edité un libro sobre masajes y, como la autora era una amiga, yo ofrecí tomar las fotos. Posó voluntariamente una bella bailarina, desnuda por supuesto, y fue entonces cuando descubrí mi cuarta vocación. La primera fue de pedagogo, que fue lo que estudié en un principio, la segunda de traductor, que estudié a continuación, la tercera de editor, que ejercí impunemente, y la cuarta de fotógrafo, que llevo a cabo casi a diario desde hace más de dos años. Aunque para mi descargo he de decir que estudié fotografía desde los 14 años, y antes de hacer uso de la tecnología digital, que es con la que trabajo exclusivamente hoy en día, hice uso de todo tipo de cámaras con negativos y tuve mi propio cuarto obscuro en el que afortunadamente ocurrieron todo tipo de cosas.
El proyecto que hoy tienen entre manos, o que espero tengan en un rato, nació de una manera verdaderamente inverosímil. Cuando me propuse hacer fotografía de desnudo pensé que sería muy difícil encontrar modelos. Me sorprendió descubrir lo fácil que es. Pero eso no basta para hacer lo que estamos haciendo. Tuvo que incorporarse, primero, una maravillosa colaboradora, Ivonne Gutiérrez, que llegó a Solar, nuestra casa editorial, con la mojigatería metida entre ceja y ceja. Pero la abandonó a una velocidad impresionante. Un par de meses después de asumir la coordinación de Ediciones del Ermitaño, se convirtió en ferviente partidaria del proyecto erotómano que yo impulsaba. Más tarde, mi madre, de 85 años, que tomaba clases de pintura, le indicó a una de las modelos que me fuera a ver, porque necesitaba modelos de desnudo. Así llegó otra protagonista del proyecto, Leda Rendón, que cautivó en un principio la cámara y las luces con su belleza y talento y que más tarde haría sucumbir ante sus encantos a una legión de sensibles escritores y poetas que han hecho del erotismo uno de sus objetos de creación literaria.
Concebimos el proyecto llamado La escritura y el deseo, que consiste en hacer un diccionario enciclopédico de creadores fotografiados junto a una mujer desnuda. Para mi sorpresa, el primero que accedió a posar junto a Leda fue Juan García Ponce. Poco a poco los erotómanos y erotómanas de la literatura fueron desfilando frente a la cámara, y el entusiasmo se apoderó más y más de todos nosotros. De una simple fotografía fueron emergiendo proyectos de creación. Primero surgió la idea, luego el estudio de esa musa garabateada y finalmente la sesión.
Así, además de nuestros autores que hoy nos acompañan, Edmée Pardo, Gustavo Sainz, Alberto Ruy Sánchez y Hernán Lara Zavala, nos han acompañado entre muchos otros en largas y amenas sesiones Rafael Pérez Gay, Huberto Bátiz, Hugo Gutiérrez Vega, Víctor Manuel Mendiola y Alí Chumacero. Excuso decirles que las botellas de vino y güisqui han fluido con singular alegría en medio de las tertulias erotómanas de los participantes. El proyecto se ha convertido no sólo en una expresión de arte, sino en un encuentro, o reencuentro, de cómplices.
Sin embargo uno de los aspectos más disfrutables y notables del proyecto ha sido la participación de las mujeres creadoras. Hoy presentamos un libro con texto de Edmée Pardo. Pero también han posado Josefina Estrada, cuyo libro está en producción, así como Natalia Toledo, que ha sido la primera en despojarse de su vestimenta para ponerse a la par con la modelo, Minerva Villareal, Kenia Cano y otras.
Pero esta colección no es más que una de las vertientes. También hemos lanzado el número cero de la revista Transgresiones, que dirige Gustavo Sainz, una publicación dedicada al erotismo y la literatura, de carácter binacional, puesto que Gustavo reside en Estados Unidos y yo, que la edito, en chilangolandia. De ese proyecto nos hablará él mismo en unos instantes.
Pero vuelvo a mi carácter de editor y lo fusiono con el de fotógrafo. Como les decía, ahora hago uso de cámaras digitales eclusivamente. ¿Por qué? Porque los sistemas de impresión que usamos también son digitales y los resultados pueden ser tan buenos como con cámaras convencionales. Y más rápidos. Los libros que hoy presentamos los hemos producido en tiempos impensables en el pasado. Algunos acaban de concebirse esta misma semana y de producirse en un par de días. Sin embargo, y siempre hay un sin embargo, hay a veces errores de por medio, o riesgos. Las portadas que ustedes verán no nos ofrecen las imágenes que habíamos concebido originalmente. Difieren en intensidad de tonos de lo que habíamos buscado. Afortunadamente ustedes no lo saben. Esperamos que aún así les gusten y las disfruten.
Los dejo ahora en manos de los otros sibaritas que han participado de este proyecto y cuyo hedonismo participativo agradezco desde ahora.