Palabras de Alejandro Zenker en la presentación de un nuevo libro de Pedro Bayona
Marzo 2004
Hablar de un nuevo libro de Pedro Bayona se antoja complicado porque tenemos frente a nosotros a un hombre cuyas inquietudes académicas y artísticas no dejan de sorprender. Cuando conocí a Pedro, hace muchos años, tantos que ya perdí la cuenta, él era el autor de uno de los libros publicados por mi editorial, Ediciones del Ermitaño, y que más ejemplares ha vendido. Se trataba de un libro para niños, La legión de la tarántula, que ha llegado a manos de más de 500,000 lectores.
También había ilustrado otros libros de mi catálogo. Así que a sus dotes de escritor le sumábamos las de dibujante. Pronto aumentó mi sorpresa al saber que era arquitecto, que además era un asesor empresarial brillante, que vendía sus pinturas en México y en Estados Unidos, que era un hombre abierto a las nuevas tecnologías y que, entre otras muchas virtudes, era un excelente fotógrafo. Sobra decir que también es un maestro destacado. No pocas cosas sé que se las debo a Pedro, y no pocas cosas sigo haciendo mal pese a sus advertencias.
El libro que hoy presentamos hace gala de esas dotes multifacéticas de Pedro Bayona. Encontramos allí al fotógrafo perseverante, al viajero incansable, al escritor erudito que contextualiza las imágenes que captó su lente con encuadres que revelan su visión arquitectónica. Pero no sólo eso: también nos habla de quien además de esas cualidades suma otra que es la que me trae a esta mesa: la de editor.
Pedro niega ser editor y, sin embargo, lo es. Muy a su pesar quizás. Hoy el quehacer editorial es algo que quien tiene la intención de trascender por medio del lenguaje, ya sea escrito o iconográfico, no puede evitar. La tecnología se ha encargado de democratizar esta labor. Técnicamente, todos podemos ser editores, pero no todos lo “semos” o lo somos. Para ejercer como tal se requiere de conocimientos. La computadora y los medios tecnológicos cada vez más automatizados permiten a cualquiera que tenga los recursos para hacerlo plasmar sobre el papel o el monitor lo que quiera.
Sin embargo, los recursos tecnológicos no lo son todo. Evidentemente hace falta el conocimiento. Eso, la búsqueda del conocimiento, es algo que nos ha identificado a Pedro Bayona y a mí a lo largo de los últimos años. Generalmente yo busco y él conoce, porque me ha precedido en la búsqueda, por lo que yo, prudentemente, suelo preguntarle.
Este libro es una simbiosis significativa de lo clásico rescatado por la tecnología. Pedro solía trabajar, y lo sigue haciendo, con cámaras, digamos, tradicionales, es decir, que usan “película”. Recientemente ha pasado a explorar la fotografía digital. Sin embargo, el libro que hoy nos congrega reúne fotografías tomadas a lo largo de 25 años, es decir, cuando no se vislumbraba siquiera el advenimiento de la fotografía digital. Pero aun lo antiguo no puede soslayar la revolución tecnológica. Para que este libro surgiera, las imágenes plasmadas en negativos tuvieron que ser digitalizadas. De tal suerte, Recorridos por el siglo XVI es una simbiosis entre lo nuevo y lo viejo, entre lo que fue, lo que es y lo que será.
Esto me da pauta para reflexionar, brevemente, acerca del quehacer académico-editorial hoy en día. Me complace enormemente que el IPN en general y el Centro de Investigaciones Económicas, Administrativas y Sociales (CIECAS), cuyo director Adip Sabag ha demostrado particular sensibilidad hacia la labor editorial, le apueste a publicaciones que rescatan las obras de autores preocupados por los orígenes y los legados históricos de México. Pero no sólo por su valor estético y cultural de la obra, sino también porque en la misma publicación se incorpora la politecnia, la multiplicidad de técnicas y conocimientos necesarios para producir algo, en este caso: un libro.
Recientemente creamos el Instituto del Libro y la Lectura. Se trata de un organismo dedicado a la investigación, docencia y vinculación en materia de las ciencias, técnicas y artes que componen el quehacer editorial. Quienes lo integramos —y Pedro encabeza el área docente en esa institución— hemos afirmado que el quehacer editorial es multidisciplinario, como multidisciplinario ha sido el ejercicio que Pedro Bayona ha ejercido y que ha dado vida a este libro.
Hoy los editores abiertos a los cambios sabemos que las nuevas tecnologías son una ventana a las oportunidades. Gracias a éstas, al advenimiento de la impresión digital, ya es posible editar libros en tirajes cortos, de sólo 100 ejemplares, por ejemplo, lo que ha beneficiado a las instituciones académicas, ya que hoy pueden producir libros especializados en el tiraje adecuado para el público al que van dirigidos. Así, numerosas instituciones aprovechan estas tecnologías para dar a conocer los resultado de sus investigadores, o para producir sus libros de texto en función del número de alumnos a los que van dirigidos, ahorrando cuantiosos recursos. Pero para eso necesitamos difundir el conocimiento de lo nuevo.
Pero estas nuevas tecnologías también permiten que los libros tengan una vida distinta a la que tradicionalmente conocíamos. En este libro, Bayona nos invita a hacer un recorrido por 22 sitios de interés histórico y arquitectónico. Esperamos ver pronto nuevas ediciones donde nos induzca a hacer nuevos recorridos por esos tantos sitios que tan bien conoce y cuyo significado desconoce la mayor parte de la población.
Afortunadamente, a lo largo de los últimos años he tenido el placer de trabajar con Pedro Bayona en la conceptualización y estructuración de una licenciatura en las ciencias, técnicas y artes del libro. Pensamos que un día no lejano este proyecto encontrará cabida en alguna institución de educación superior sensible a las necesidades cambiantes en materia no sólo del libro, como soporte de aquello que se quiere transmitir, sino también de la lectura.
Para hacer de éste un país de lectores necesitamos profesionalizar el quehacer editorial e impulsar la investigación en materia del libro y la lectura. Y qué mejor esfuerzo para lograrlo que predicar con el ejemplo. Eso han hecho Pedro Bayona, que nos ofrece esta muestra de su arte y perseverancia, de su erudición y buen gusto, y Adip Sabag, que al editar este libro por parte del CIECAS pone el ejemplo que espero sigan muchas otras instituciones.
*azh, 23,3,2004