Rocío Boliver: La Congelada de Uva

Semanas atrás tuve la oportunidad, el privilegio, de retratar a Rocío Boliver, mejor conocida en algunos círculos como “La Congelada de Uva”. Actriz, locutora, escritora, Rocío es ante todo “performancera”. Y como tal, se ha convertido en un personaje peculiar particularmente en el medio cultural. Supe de “La Congelada” por los relatos que Huberto Batis me hizo años atrás. Por supuesto, fue personaje en las experiencias y fantasías de Juan García Ponce y de muchos otros autores. ¿Cuántos de nuestros escritores, poetas, narradores contemporáneos no la han conocido en algún encuentro, fiesta o reventón? El caso es que Rocío también escribe. Y aunque a algunos no les gusta su estilo “guarro”, fuerte, directo, sin duda tiene cabida dentro de las letras “marginales” del espectro literario mexicano. Este ejercicio fotográfico tuvo lugar precisamente porque voy a publicar un libro suyo en la colección “Minimalia Erótica”.


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Fotografiar a Rocío no es cosa fácil. Refleja una energía, un ímpetu que impone a propios y extraños. Si bien es capaz de desnudarse frente a un público extraño, a introducirse los más inverosímiles objetos en su vagina para luego expulsarlo frente a la audiencia, a lacerarse y sangrar frente a su público, es una mujer culta, esbelta, sin duda guapa, hermosa. Pero es capaz de transformar su belleza en una especie de encarnación de la bruja diabólica que lo lleva a uno a la perdición. En la bruja que todos llevamos dentro. Quizás en lo que realmente somos.

Rocío es diabólicamente perversa. Encantadoramente diabólica. Es de las nuestras. Eres tú. Soy yo. Al menos, eso queremos.

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