Colección “Yo medito, tú me editas” de Ediciones del Ermitaño

Agradezco mucho la invitación a participar en este Coloquio y en particular la oportunidad de intercambiar opiniones con mis compañeros de mesa sobre los libros del mundo del libro y de hablar de una colección a la que le tengo mucho aprecio: “Yo medito, tú me editas”, de Ediciones del Ermitaño.

La idea de esta colección se gestó a la vuelta del milenio, en el año 2000. Ya antes, en los años ochenta, había yo lanzado otra colección, que se quedó en el camino, titulada “Torre de papel”, donde publicamos por ejemplo el libro “Protagonistas de la literatura mexicana” de Emmanuel Carballo y “En torno a la traducción”, de Valentín García Yebra, esta última en coedición con editorial Gredos.

En esta ocasión, sin embargo, fue una coyuntura muy peculiar la que favoreció el nuevo proyecto. Yo había incorporado en 1994 la tecnología de impresión digital en México, que había desarrollado Xerox. Se trataba de algo muy novedoso para la industria editorial que, muy conservadora, no abrazó con beneplácito mi propuesta. Me tocó tocar puertas a diestra y siniestra para tratar de sensibilizar al medio en torno a las enormes ventajas que esta tecnología traía. Al finalizar el milenio, se dio una inesperada coyuntura: la división digital de Xerox quebró y un nuevo contendiente, Heidelberg, apareció con la intención de comerse el mercado. Convencí a Heidelberg de hacer lo que Xerox nunca quiso llevar a cabo: participar de manera destacada en la FIL de Guadalajara. Acordamos llevar toda la propuesta de producción, desde impresoras digitales de negro y de color, una encuadernadora, guillotina y demás parafernalia. Pero no sólo eso. También convencí a Apple y a Adobe de participar con nosotros para hablar de lo que sería el futuro del libro electrónico. Creamos así el Pabellón Tecnológico con uno de los stands más grandes que haya tenido la feria, en un esfuerzo conjunto entre la misma FIL, Heidelberg, Adobe, Apple, Solar y Ediciones del Ermitaño. Todo ese despliegue de fuerza y esfuerzos ameritaba convocar a una reflexión sobre presente y futuro del libro. Convocamos a los protagonistas del libro de ese entonces a colaborar en un libro que llevaríamos a la FIL de Guadalajara del 2001. Así nació la idea de la colección “Yo medito, tú me editas” con la edición de la obra “El libro y las nuevas tecnologías. Los editores ante el nuevo milenio”. Al ver la respuesta favorable a mi llamado, esbocé la idea de crear también una revista que se llamaría Quehacer Editorial cuyo primer número nacería pocos meses después. De tal suerte, “Yo medito, tú me editas” sería una colección de libros sobre el libro y la lectura que acompañaría a la revista.

Quehacer Editorial reprodujo en los años siguientes el ejercicio que llevamos a cabo con ese primer libro: convocamos al mundo en torno al libro a reflexionar por escrito. Tarea nada fácil, pues los editores no estaban acostumbrados a plasmar sus ideas en papel. Nutrir la revista era, por tanto, una odisea. De una publicación trimestral, idea original, pasó a ser un ejercicio anual. Y de revista pasó a convertirse en un libro seriado por una circunstancia coyuntural: Indautor, esa instancia funesta empeñada en obstaculizar las labores de la industria editorial, había suspendido la asignación de ISSN. Al no haber ISSN, opté por el ISBN. La revista se convirtió, así, en libro.

El segundo título que publicamos en la colección “Yo medito, tú me editas”, fue “Flashes sobre escritores y otros textos editoriales”, de Jorge Herralde, ese ícono de la edición independiente. Ser editor de Herralde me permitió, a la vez, ser su discípulo. Y es que esta es una profesión en la que uno necesita nutrirse permanentemente de los demás. Siguieron textos de Juan Domingo Argüelles, Mauricio López Valdés, Lourdes Epstein y Marina Garone. Textos en su mayoría de análisis, de reflexión, excepción hecha del libro de Mauricio, pues es una “Guía editorial para obras académicas” que se desprendió de su amplísima trayectoria en la UNAM.

Los editores de libros sobre el libro nos contamos con los dedos de las manos. Por eso no es de extrañar que no sólo nos conozcamos, sino que también hayamos reflexionado juntos sobre nuestro quehacer. Recuerdo en particular una reunión en el ático de mis oficinas con mi querido amigo Tomás Granados, aquí presente, donde hablamos de nuestras respectivas colecciones y el camino que habrán de tomar, un poco con la intención de evitar traslapar nuestros esfuerzos y de imprimirle a cada colección su propia personalidad. En esa y otras reuniones, por cierto, armamos el plan para crear lo que sería el instituto del Libro y la Lectura, A.C., el ILLAC, con la intención de que se convirtiera en un espacio para la reflexión, pero también para la capacitación, la investigación y la vinculación académica y profesional. Como podemos ver, editar los libros del mundo del libro va más allá de simplemente seleccionar obras para su publicación. Va generalmente de la mano con una verdadera pasión por reflexionar e incidir sobre presente y futuro del mundo del libro y la lectura en nuestro país. Por eso, no es casual que en el segundo número de Quehacer editorial, publicado a inicios del 2003, hayamos planteado cuatro estrategias que de alguna manera han permeado nuestros pasos de entones para acá:

1. La creación de la revista QE

2. La creación del ILLAC

3. La formación profesional de los editores

4. La organización de congresos anuales de editores

Adicionalmente, en ese mismo número planteaba yo diecisiete temas abiertos que sólo enuncio porque su desglose sería muy extenso:

1. Retos para la escritura

2. Retos para la traducción

3. Retos para el editor

4. Retos en materia de diseño editorial

5. Retos en cuestión de corrección de estilo

6. Retos tipográficos

7. Retos para la generación de archivos con múltiples destinos

8. Retos en materia de impresión

9. Retos en materia de encuadernación

10. Retos en el terreno de la distribución

11. Retos para la promoción del libro (marketing)

12. Retos para la venta de libros

13. El libro y los lectores

14. El libro y las nuevas tecnologías

15. La lucha por la profesionalización de la edición

16. El libro y las ciencias y artes que lo sustentan

17. El libro y la formación académica de profesionales

Claro, hoy podríamos ampliar el catálogo de preguntas. Por ejemplo:

– ¿Sigue vigente la lectura de textos o será desplazada por la realidad aumentada y la realidad virtual?

– ¿Qué papel jugará la inteligencia artificial en el futuro del libro y la lectura?

– ¿Serán los robots complementos de las capacidades humanas o seremos desplazados por ellos?

– En una época en que se prevé que la inteligencia artificial, la automatización y la robótica desplacen a millones de seres humanos, ¿el creciente tiempo libre se utilizará para leer textos o para consumir contenidos audiovisuales?

– ¿Cuál es el futuro de las librerías en esta época en que Amazon y otras empresas ya experimentan con algoritmos cada vez más precisos y servicios de entrega inmediata?

– Tras los escándalos de Facebook… ¿hay futuro para las redes sociales? ¿Seguirán siendo fuente principal de lectura?

– ¿Hacia dónde se encamina la creación literaria en épocas de redes sociales, realidad virtual y realidad aumentada?

– ¿Serán computadoras y robots extensiones del cerebro o superarán las capacidades cerebrales del humano y las condicionarán? ¿Serán robots los futuros creadores de contenido?

– En esta época de transición, ¿qué futuro tiene la distribución internacional de libros basada en la impresión digital y en nuevas plataformas de gestión editorial?

– ¿Qué retos enfrenta el derecho de autor en una época en que cualquier plagio es detectable y es cada vez más difícil ser enteramente original?

– ¿Qué futuro tiene la creación pasada (los “clásicos”) en un entorno de publicación actual masiva e hiperacelerada?

Lo apasionante del asunto es que no se vislumbra el final de esta veta de reflexión en nuestro entorno. Por ejemplo, lo que vimos y perfilamos en el Pabellón Tecnológico de la FIL de Guadalajara en el 2001 nos permitió conocer en México con mucha anticipación los planes de los gigantes de la tecnología, pero no sirvió para prepararnos para ese futuro anunciado. En los años siguientes, con la aparición del Kindle y la iPad, mucho se especuló sobre la desaparición del libro impreso y la prevalencia del libro electrónico. Y si bien yo trabajaba en ambos terrenos, el impreso y el electrónico, no preví que pocos años más tarde viviríamos un renacimiento de los alcances del libro impreso con el surgimiento del modelo de la eDistribución, que nos permite hoy reinsertar en el mercado el long tail abandonado del libro impreso basados en las enormes posibilidades de la nube informática y en la tecnología de la impresión digital.

En fin, cualquiera que haya escuchado una de las conferencias de Camilo Ayala, alias el Darth Vader de la edición, sobre lo que hoy ya se vislumbra en materia tecnológica y que incidirá sobre la creación y también la adquisición de conocimientos, como la Inteligencia Artificial, la Realidad Aumentada, la robótica y demás tendencias disruptivas, sabe que no hay límites para la elucubración en torno a lo que nos espera en un futuro cercano. Camilo y yo hemos sido impulsores de los coloquios sobre el futuro del libro y hemos batallado para que otros nos sigan en esta Futurología que nos apasiona. Ese es un terreno fértil para enriquecer nuestras colecciones. Por supuesto, lo que más se requiere son libros que enfrenten los retos del presente. No obstante, este presente, que ya no lo hacen como antes, nos obliga a abordar los problemas cotidianos con pragmatismo, pero con un ojo puesto en ese vuelco inverosímil que la tecnología de pronto convoca con velocidad vertiginosa. Para trabajar con un ojo al gato y otro al garabato en este esquizofrénico entorno están colecciones como las que nosotros representamos.

______________

Ponencia presentada en el IV Coloquio de Estudios del Libro y la Edición en México

25 de mayo 2018

Los libros del mundo del libro