Palabra de editor: entrevista a Alejandro Zenker en el Boletín de la CANIEM

El lunes 29 de juliode 2013, la CANIEM publicó una entrevista que me hicieron. Por la naturaleza de las preguntas que formularon y las respuestas que di, se las comparto:

Alejandro Zenker, director general de Solar, Servicios Editoriales y Ediciones del Ermitaño, expresa en esta entrevista opiniones polémicas acerca de los contenidos digitales y su relevancia en la industria editorial. El también director del Instituto del Libro y la Lectura (ILLAC) y coordinador de la Red Internacional de Editores y Proyectos Alternativos (RIEPA), genera una sana reflexión acerca del cambio que se avecina en toda la cadena productiva del libro.

1. En diversos sectores de la sociedad se debate el tema de los contenidos y soportes digitales; se anuncia incluso la desaparición del libro impreso. ¿Cómo editor, qué futuro vislumbras para la producción de contenidos con las nuevas tecnologías?

Hoy nos encontramos claramente en una compleja época de transición que nos está conduciendo con rapidez a un cambio radical de paradigmas en materia de producción, distribución y venta de libros. Estoy convencido de que en el largo plazo la mayor parte de las publicaciones serán electrónicas y de que en el trayecto surgirán innumerables oportunidades para los editores. Tu pregunta da en el clavo al hablar de la “producción de contenidos”, porque migrar los actuales contenidos del soporte papel al soporte electrónico es lo de menos, si bien tiene su complejidad. Pero los nuevos soportes ofrecen tal cantidad de opciones, que podemos imaginar una nueva generación de contenidos multimedia que exploten las crecientes capacidades de los dispositivos. No sólo con la incorporación de texto, audio y video, sino también con el desarrollo de nuevas formas de interactividad.

2. La lectura en soportes digitales es mínima en Latinoamérica. ¿Quién es responsable del rezago, los editores, el gobierno…?

Podríamos decir que la tecnología avanzó a una velocidad sorprendente y agarró al mundo desprevenido. Me recuerda esa época en que me tocó abrir brecha en el terreno de la impresión digital. Mis amigos solían decirme que estaba ofreciendo la solución a un problema inexistente. Nadie pensaba en imprimir en tiros cortos. Eso cambió con los años y hoy prácticamente todos conocen estas tecnologías de impresión digital y hacen un uso razonado de ellas. En el caso del libro electrónico pasó algo similar. Todos estaban perfectamente acostumbrados al libro en soporte papel y batallando con las dificultades propias de su momento histórico (producción, distribución y venta), por lo que, cuando aparecen las tabletas, lo primero que los editores hacen es fruncir el ceño. Si ya vivíamos en el mejor de los mundos posibles, ¿para qué alterar el orden una vez más con algo que en el pasado había “fracasado” una y otra vez?
Como en el caso de la impresión digital, lo que la tecnología ofrecía era una gran oportunidad, pero aprovecharla atentaba contra muchos intereses creados. De hecho, quienes reconocieron en primera instancia la oportunidad fueron sectores ajenos a nuestra industria. En este caso, la innovación tecnológica de los soportes digitales avanzó mucho más rápido que las tecnologías subsidiarias que le dan sustento, como la conectividad de banda ancha. Nuestros gobiernos suelen ser reactivos. ¿Hay un problema? Se resuelve si bien nos va. Pero si, aparentemente, no hay “problema”, ¿qué quieren que resolvamos? Se trata en este caso de falta de visión. Hoy en día, los países visionarios (con gobiernos, empresas y ciudadanos visionarios) son los que han tomado la delantera. En ese sentido, el rezago se ha derivado de una falta de visión. Afortunadamente, al menos en México, ya se están dando algunos pasos fundamentales.

3. Hace unos días criticaste la compra de laptops para niños de escuelas públicas. ¿Vamos tarde en los avances tecnológicos en la educación?

Vamos tarde, sin duda, pero más me preocupa que no reconozcamos el problema y señalemos las soluciones adecuadas. Desde hace años se acepta que la educación hay que apuntalarla con tecnología. Menos mal. Pero… ¿con cuál tecnología? O, más importante aún: ¿con qué contenidos? Se ha estado hablando de que nos encontramos en la era post-PC. Las tabletas se están comiendo el mercado. Y lo están haciendo porque a) satisfacen la mayor parte de las necesidades de la inmensa mayoría de la población, b) son mucho más versátiles y amigables en su uso (intuitivas), c) son fácilmente transportables y d) son más baratas. Cualquiera que le eche un ojo a las estadísticas de ventas, verá un desplome en las de las PC, incluidas netbooks y laptops. Dotar a los estudiantes de laptops es un terrible anacronismo. Es comprar chatarra sin ton ni son. ¿Qué se requiere? Entre otras cosas: a) invertir en investigación para el aprovechamiento didáctico de las nuevas tecnologías, b) capacitar al magisterio para que haga un adecuado uso de las nuevas herramientas en el proceso de enseñanza-aprendizaje, c) fomentar la formación profesional de nuevas generaciones de editores con capacidades digitales y d) apuntalar a la industria editorial para que cree contenidos didácticos, para todos los niveles, haciendo uso creativo de las capacidades de las tabletas. Para esto hay que aliarse con las instituciones educativas internacionales que están en la punta en estos temas y mantener una clara visión estratégica y a largo plazo en el desarrollo y uso de nuevas tecnologías. Por cierto, si ya estuviéramos en la era del libro de texto electrónico, el problema de las 117 erratas en los 225 millones de libros distribuidos sería una nimiedad: simplemente se enviarían inalámbricamente los nuevos archivos a las tabletas de los estudiantes. Listo, problema resuelto. En cambio, estos libros arrastrarán por mucho tiempo las erratas, para vergüenza de los editores y de nuestros funcionarios.

4. ¿Existe la infraestructura para, como sugieres, que los libros de texto se hagan digitales?

Creo que estamos en el proceso de crear en el país la infraestructura necesaria. Sin embargo, no lo estamos haciendo con la claridad, firmeza y rapidez que se requiere. Esto no quiere decir que se deba hacer a tontas y a locas. “Despacio, que llevo prisa”, dice el dicho. Lo más importante es generar los contenidos y la infraestructura pedagógica que les debe ser inherente. Contando con ellos, hay que lanzar los programas piloto hasta generalizar su uso. El libro de texto electrónico puede ser una herramienta crucial para que México pase a un nuevo nivel de desarrollo. Estamos muy a tiempo de lograr pertenecer al selecto grupo puntero. Para eso hay que invertir en ciencia y en tecnología, pero también en la formación profesional de los diversos protagonistas del cambio.

5. ¿La industria editorial, los editores tradicionales, están preparados para la era digital?

Creo que perdimos mucho tiempo en vanas discusiones sobre la superioridad de un soporte sobre otro. El cambio representa una enorme oportunidad para todos. Por primera vez la distribución de contenidos no será un problema, como tampoco contar con suficientes puntos de venta, añejos problemas que hemos enfrentado los editores a lo largo del siglo pasado y lo que llevamos de éste. Lo que debemos entender es que estamos ante la posibilidad no sólo de que la lectura llegue a todos los confines de la República, de propiciar una verdadera bibliodiversidad, sino, además, de incrementar exponencialmente nuestro mercado. Los editores tradicionales se han estado acercando a este cambio de paradigmas más con temor y recelo que con ansias de aprendizaje. Pero no es tarde. Esta época de transición aún da un respiro para sobrevivir haciendo las cosas como las hemos venidos haciendo, pero preparando paralelamente las condiciones para incursionar en el nuevo mercado. Si las tendencias siguen como van, la transición será más rápida de lo que imaginábamos. Pero si logramos que se impulsen políticas visionarias en el terreno educativo, con la sustitución del libro de texto en soporte papel por el de soporte electrónico, el salto podría ser cuántico.

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