La vinculación profesional del editor a través de las redes internacionales y el surgimiento de nuevos paradigmas de colaboración

Conferencia dictada por Alejandro Zenker en la UNAM el 12 de noviembre con motivo del Día Internacional del Libro

Cuando hablamos del futuro del libro hay que partir de un elemento básico: así como las cosas han cambiado a lo largo de los últimos 20 años, las cosas van a seguir cambiando, pero quizás a mayor velocidad. Quienes estamos en el mundo del libro y de la lectura, tenemos que hacer acopio no sólo de conocimientos, sino también de imaginación para intuir el futuro y para anticipar los cambios. Para podernos preparar. Es decir, hay que tener una idea del futuro para saber qué hacer en el presente. Algunas nociones básicas ya las tenemos: la digitalización avanzará a pasos agigantados así como la conectividad a la red. Esto, que pareciera lejano, me refiero a la conectividad, se dará como otrora la proliferación de las televisiones, hoy presentes en gran parte de los hogares a nivel mundial. Pero es previsible que uno de los cambios más importantes se den en la manera de conectarnos a esa red y de tener acceso a nuestra información, es decir, a toda la que hoy almacenamos en nuestros discos duros. Mientras que hoy casi sólo la concebimos a partir de aparatos estorbosos, como la computadora, pronto la información estará alojada completamente en la nube cibernética, y sólo requeriremos de dispositivos cada vez más ligeros, versátiles y transportables para acceder no sólo a nuestra información, sino a toda la información disponible. Eso significará que habrá cambios drásticos en materia de creación, distribución y acceso a la información, así como en materia de derechos de autor. Uno de los problemas fundamentales que hoy enfrentamos, es decir, la distribución, desaparecerá por completo. La distribución no será el problema pues estaremos hablando de un contenido digital cuyo costo de “transportación” de un lado a otro del mundo será prácticamente nulo. El problema se enfocará en otro terreno: el de la comercialización, es decir, en el marketing. De allí que este mundo editorial que hoy conocemos habrá de sufrir transformaciones drásticas. Quienes hoy están arriba, quizás habrán desaparecido en 20 años. Y quienes hoy apenas se asoman, particularmente editores independientes o editores asalariados que mañana se independizarán, aflorarán como las nuevas opciones en el mercado. Sirva esto de introducción al tema que me toca abordar: la vinculación del editor a través de las redes internacionales y el surgimiento de nuevas oportunidades y de nuevos paradigmas de colaboración.

El año antepasado, es decir, en el 2007, inicié la planeación de una red de redes destinada a vincular a los diversos sectores del quehacer editorial en una estructura abierta, horizontal. Aún no imaginaba el potencial que tendría. La idea se desprendió de mi participación en una serie de encuentros internacionales. Por ejemplo, en el 2007 fui invitado por Uberto Stabile a participar en edita, en Punta Umbría, España,  y luego por Ángeles Alonso a la Feria de la Edición en Islas Canarias. También fui a Corea a dar una conferencia en un encuentro internacional sobre los problemas de la traducción y edición de la literatura coreana. Posteriormente coincidimos varios editores en la fil de Guadalajara, en México. Los encuentros fueron muy enriquecedores desde diversos puntos de vista y abrieron la posibilidad de conocer a mucha gente con la que, de otra manera, nunca habríamos coincidido. Sin embargo, al finalizar las reuniones nos perdíamos de vista. Yo ya había explorado el uso de las redes sociales para vincular a profesionales diseminados geográficamente. Así que le propuse a Uberto Stabile crear la riepa (Red Internacional de Editores y Proyectos Alternativos) como entidad que agrupara a los editores iberoamericanos en una organización horizontal, es decir, sin una estructura propiamente jerárquica. La idea inicial era dotar a quienes impulsan encuentros nacionales e internacionales —y quieren trabajar en colaboración— de una herramienta eficaz de comunicación en esos periodos en que los individuos se desperdigan entre un encuentro y otro. Sin embargo, al establecer la riepa en internet, descubrimos su enorme potencial. Como no hay una estructura de poder, los miembros, una vez aceptados, son libres de establecer vínculos y acuerdos bilaterales o multilaterales con otros participantes. De esta suerte, el intercambio que propició la riepa produjo una proliferación de proyectos y contactos. Los editores que se reúnen, por ejemplo, en edita, en los Salones del Libro, en la Feria de la Edición en Canarias o en la fil de Guadalajara, por mencionar algunos, no sólo se mantienen en comunicación, sino que también concretan proyectos que quizá quedaron en fase embrionaria durante las reuniones. La riepa es, por lo tanto, la suma de las actividades en que participan sus miembros. Es una red de encuentros y actividades, y una red de individuos que desean encontrar a otros profesionales con quienes interactuar. De ella se han desprendido otras iniciativas de creciente importancia y singular riqueza. Una, quizá la más dinámica hasta ahora, es la de los artistas del libro (librodeartista), impulsada por Jim Lorena y Antonio Damián, que a partir de la experiencia de la riepa comenzó a organizarse en una red de similares características y que ya suma más de mil integrantes y una pasmosa diversidad de proyectos y actividades, unas de carácter virtual, otras “presenciales”. Ambas redes, la de la riepa y la de librodeartista, comparten miembros y se nutren entre ellas, si bien tienen propósitos distintos o, más bien, particulares.

Permítanme detenerme en el libro de artista como ejemplo. El artista es un ser solitario. En buena medida como lo es el traductor. Este trabaja en su casa generalmente, el artista en su estudio. El caso es que el libro de artista ha sido a lo largo de la historia un fenómeno aparentemente aislado, poco difundido, accesible sólo para conocedores. De pronto, al crear esta red y difundirla con amplitud, los artistas se fueron integrando rápidamente. La habilidad de Jim y Antonio hizo que los miembros no sólo participaran en la red como entes receptivos, sino que se desarrollara una actividad sin precedentes en la historia del libro de artista. Surgieron numerosos proyectos de colaboración a nivel internacional. En mi caso, por ejemplo, estoy colaborando con artistas en España, Chile y México para elaborar libros de artista en mancuerna, pues soy fotógrafo. De tal suerte, fotógrafos trabajamos con pintores, pintores con grabadores, tipógrafos con ilustradores. Sin importar el lugar de residencia. Cosa impensable hace unos años. Y ya estamos organizando actividades a nivel internacional: talleres, encuentros, congresos… Algunos presenciales, otros virtuales. Y eso que el libro de artista hasta ahora era un concepto basado en el objeto físico, en el soporte papel, por ejemplo. Imaginemos lo que sucederá en el terreno de la edición de libros llamémosles “tradicionales”. Ya el libro de artista está migrando al mundo digital. Convirtiéndose en ciberliteratura. Imaginemos qué no habrá de pasar con las otras expresiones de contenido que hoy concebimos bajo el vago término de “libro”. Las redes que agrupan a editores, escritores, poetas, tipógrafos, correctores, traductores, promotores, bibliotecarios, libreros, artistas, pintores, fotógrafos, en fin, a quienes trabajan, viven y crean… ¿qué no habrán de generar? Apenas estamos vislumbrando un mundo de capacidad creativa, un universo de comunicación, de integración y compartición.

Volviendo al inicio: desde un punto de vista formal, la riepa fue impulsada por el Instituto del Libro y la Lectura, A.C. (illac), una asociación civil nacida en México en 2004. El illac se planteó desde su nacimiento llevar a cabo labores de investigación, docencia y vinculación profesional. En 2007 elaboramos un plan de trabajo para impulsar diversas iniciativas complementarias al ILLAC, como por ejemplo:

a)     Una red internacional de editores (riepa)

b)    Una red de gestores culturales (Red Independiente de Proyectos Artísticos y Culturales, ripac)

c)     Una red de traductores (Tradúceme.org)

d)    Un espacio para ahondar en los nuevos fenómenos de la literatura electrónica (ciberliteratura.com)

e)     Un proyecto editorial, en mancuerna con Ediciones del Ermitaño, con una revista publicada tanto en papel como electrónicamente (quehacereditorial.com)

f)      Una colección de libros que giren en torno al libro y la lectura (Yo medito, tú me editas).

Todo esto ya está en marcha y ha ido aglutinando cada vez a más profesionales a los que cada iniciativa se dirige.

Al igual que el ILLAC, la riepa tiene el propósito de contribuir al fortalecimiento de ese amplio sector de editores independientes con deseos de trabajar en colaboración y de propiciar encuentros y actividades encaminadas a su profesionalización, así como a la realización de una labor sistemática de investigación, docencia y vinculación en los terrenos de las ciencias y artes del libro, aprovechando los nuevos paradigmas de comunicación y organización que la red permite. También está comprometida con la lucha por libertad de expresión y por la bibliodiversidad, mediante una política propositiva y proactiva que multiplique los esfuerzos de los profesionales del libro y la lectura en el ámbito internacional. No se trata sólo de quejarse de lo que las grandes corporaciones provocan al moldear el mercado y las leyes a su imagen y semejanza, o de lo que gobiernos y políticos hacen o dejan de hacer. Creemos firmemente que, más allá de las políticas públicas, de los vaivenes de las economías, los editores independientes (sean empresas, organizaciones o individuos) tienen mucho qué aportar con imaginación, dedicación y perseverancia.

Partimos de que, más allá de las grandes, medianas y pequeñas corporaciones, hay una amplia actividad editorial internacional. Buena parte de ella se lleva a cabo de manera independiente y, por lo tanto, es prácticamente imperceptible. El editor se siente aislado en su esfuerzo por impulsar actividades editoriales que responden, por lo general, a inquietudes personales. La red es un instrumento para vincularlo con sus semejantes, para descubrir a los demás y, por ende, para aprender y para colaborar con ellos. El principio fundamental es el de la libertad de expresión, de organización, de acción y vinculación.

Por el otro lado creemos que, al modificarse los paradigmas que rigen hoy el mercado del libro a nivel mundial, la forma de transmitir información, de divulgar, de diseminar contenidos, será muy diferente. Fenómenos como Facebook y Twitter, de reciente creación relativamente y de crecimiento exponencial sorprendente, no dejan sino asomar apenas lo que está en camino. Ya las grandes corporaciones trabajan en eso que llamaba anteriormente la “nube” de información, es decir, la creación de una infraestructura en la que la información no resida en un dispositivo específico del usuario, sino en ese ciberespacio al que cualquiera pueda tener acceso en cualquier momento independientemente de dónde se encuentre y con qué dispositivo de acceso a la información cuente. Los teléfonos celulares, particularmente el iPhone con sus decenas de miles de aplicaciones, nos permiten intuir en qué dirección van las cosas. Pero más allá del celular, los dispositivos de lectura, como el Kindle de Amazon, del que les traigo un ejemplar para que lo conozcan físicamente, nos acerca a ese futuro que ya está aquí en pañales pero queriendo saltarse etapas para pasar a la pubertad y a la adultez en poco tiempo. El Kindle ya es un avance significativo. Más allá del hecho de que usa tinta electrónica para desplegar el texto, acaba de ser lanzado en más de 100 países después de un periodo de prueba en Estados Unidos. Eso significa que a lo largo de esos 100 países, ese dispositivo se mantiene conectado sin costo alguno a la red de manera permanente, igual que un celular. Los libros los almacena el dispositivo mismo, pero en caso de extravío, por ejemplo, uno puede adquirir un nuevo aparato y recuperar toda la información almacenada, porque esa información está en los servidores de Amazon, que es un equivalente a esa futura “nube” de la que hablamos.

¿Qué tiene esto que ver con las redes? Mucho. Hoy en día, cualquiera puede convertirse teórica y prácticamente en editor. No desde el punto de vista profesional, entendiendo al editor como un profesional capacitado en las ciencias y artes del libro, sino como un generador de contenidos. Y es que eso es lo que hay que entender con miras hacia el futuro. Ya no serán los dispositivos, entendiendo como dispositivo incluso al soporte papel, sino los contenidos lo importante. La forma, es decir, la disposición de texto e imágenes, la familia tipográfica, la caja, la estética lectotipográfica se irán automatizando ajustándose a la enorme adaptabilidad de los dispositivos electrónicos a las diversas necesidades y capacidades de visualización del individuo. Partimos, así pues, de un mundo editorial regido por contenidos y de un universo lector que habrá de abrirse paso en medio de miles de millones de posibilidades. En medio de eso… ¿qué habrá que hacer? Estamos en una época de transición, es decir, estamos en medio de ese proceso de cambio. Algunas cosas podemos preverlas con cierta certidumbre. Otras, sólo podremos intuirlas. Como editores, y sobre todo como editores independientes o como editores que queremos independizarnos, hay que saber aprovechar las oportunidades. Eso significa tener la capacidad, día a día, de analizar lo que sucede, lo que emerge, lo que cambia, y lo que son las tendencias. Anticipar el cambio es crucial. Saber internacionalizarse, trabajar en grupo, colaborar rompiendo las barreras de la distancia física, es fundamental, estratégico. Por eso nuestra insistencia en que, más allá de Facebook, más allá de Twitter, hay que crear redes más especializadas que interactúen, por supuesto, con las anteriores.

Por lo pronto, en su primer año de vida, la riepa ha buscado darse a conocer como propuesta para que los interesados se incorporen, por lo que la hemos estado difundiendo en diversos foros en España, Portugal, Brasil, Colombia y otros países. Al ser una entidad cuyos miembros se vinculan de manera horizontal, es imposible cuantificar, por lo pronto, la cantidad de proyectos que han emergido de la infraestructura creada. No obstante, son cada vez más los testimonios de casos exitosos que han salido de ella. El plan considera iniciar en 2010 las actividades presenciales e impulsar una acción más vigorosa para aumentar la presencia en los demás países iberoamericanos. Por ahora, la mayor parte de sus integrantes son editoriales, colectivos, profesionales de la edición y bibliotecarios. El 40% proviene de México, 35% de España y el resto de otros 18 países. En esta primera etapa hemos privilegiado la creación de una base de datos de información para los editores. Ésta cuenta ya con cientos de entradas tanto en el portal de la riepa como en el del illac. A los miembros de ambas entidades se les envía un boletín semanal con las noticias más importantes recopiladas de numerosas publicaciones.

Mirando hacia adelante el principal problema lo constituye la falta de visión hacia el futuro, la falta de profesionalización del editor independiente, el rechazo a capacitarse en terrenos tan elementales como lo son la administración y el marketing, así como la dispersión de esfuerzos. No obstante, creemos que la edición independiente no sólo es el sector más dinámico del trabajo editorial, sino también el que mayor capacidad de adaptarse a las nuevas circunstancias tiene y el que más ingenio ha demostrado ante las condiciones adversas y los paradigmas cambiantes. En la medida en que el editor independiente aprenda a usar las nuevas tecnologías, contenderá mejor en el mercado tanto del libro con soporte en papel como del libro electrónico. Un problema grave, sin embargo, lo constituye su incapacidad de casar su quehacer editorial con los aspectos que, como dije antes, tienen que ver con la comercialización del libro y la administración de sus proyectos. Creemos en ese sentido que la riepa, y en particular el illac, ayudarán a que los editores superen sus dificultades y encuentren mecanismos de colaboración y recursos para su profesionalización.

El balance hasta ahora es muy positivo. Estamos apenas en una etapa embrionaria, de difusión y reconocimiento de sus alcances y limitaciones, o de nuestros alcances y limitaciones como “facilitadores”. Por otro lado, hay que tomar en cuenta que este año ha sido muy difícil por la crisis global. Considerando eso, la difusión y crecimiento de las redes que hemos creado no dejan de ser alentadores.

Por lo pronto, nuestros planes contemplan darle mayor impulso a la difusión, a la discusión, al debate de los proyectos mediante el uso de los espacios ya existentes (encuentros nacionales e internacionales, foros, salones del libro, ferias, etc.), así como organizar encuentros virtuales y presenciales a través de la red, tanto locales y regionales como internacionales, ya sea totalmente independientes como con la participación de diversas organizaciones gubernamentales y no gubernamentales en mancuerna con el illac y los principales impulsores de la riepa, como lo es edita.

Los invito a integrarse. Los vínculos a los proyectos que he mencionado los pueden encontrar en www.alejandrozenker.com.

Muchas gracias

*azh/12/11/2009

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